Versículo para hoy:
jueves, 14 de noviembre de 2019
14 de noviembre – UNA ALABANZA CONSAGRADA
Alaben al Señor, ustedes sus ángeles, paladines que ejecutan su
palabra y obedecen su mandato. Alaben al Señor, todos sus ejércitos, siervos
suyos que cumplen su voluntad. Alaben al Señor, todas sus obras en todos los
ámbitos de su dominio. ¡Alaba, alma mía, al Señor! Salmos 103:20-22.
El cristiano debe
llevar una vida de completa devoción a Dios. Alabar a Dios con nuestras voces y
nuestras acciones por las misericordias recibidas, y luego orar a Dios por las
misericordias que necesitamos, reconociendo con devoción que provienen de él,
son los dos ejercicios que de una u otra forma deben conformar toda la
existencia de un ser humano. El salmo de nuestra vida debe alternar versos de
oración con versos de alabanza, hasta que lleguemos al otro mundo, donde cesará
la oración y la alabanza se ocupará de toda nuestra inmortalidad. «Pero», dice
alguien, «tenemos nuestras ocupaciones cotidianas que debemos atender». Sé que
es así, pero existe una forma de hacer de las ocupaciones diarias parte de
nuestra vida de alabanza y oración. Dices: «Danos nuestro pan diario», esa es
una oración que haces antes de irte a trabajar, pero mientras trabajas, si lo
haces con un espíritu consagrado, estás activamente orando la misma oración
mediante tu legítima labor. Alabas a Dios por las misericordias recibidas
mediante un himno que elevas en la mañana, y cuando te dedicas a llevar a cabo
los deberes de la vida y haces allí aquellas cosas que honran el nombre de
Dios, estás elevando tu alabanza más sublime. Recuerda que, para los
cristianos, trabajar es orar, como diría aquel verso de Coleridge: «El que más
ora es aquel que más ama».
A través de la Biblia en un año: Jeremías 49-52
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