Versículo para hoy:

miércoles, 20 de septiembre de 2023

SETIEMBRE 21 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Me regocijaré con ellos, haciéndoles bien”. Jeremías 32:41.

¡CUÁN alentador es para el creyente el gozo que Dios tiene en sus santos! No podemos ver ninguna razón porque el Señor deba regocijarse en nosotros; tampoco podemos regocijarnos en nosotros mismos, pues a menudo gemimos agravados, conscientes de nuestra pecaminosidad y deplorando nuestra infidelidad. Además, tememos que el pueblo de Dios no pueda tomar mucho placer en nosotros, pues sus componentes conocen, quizás, tantas de nuestras imperfecciones y locuras, que lamentarán nuestras debilidades más bien que admirar nuestros dones. Pero nosotros queremos descansar en esta preciosa verdad, en este glorioso misterio: “Como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará con nosotros nuestro Señor”. No leemos en ninguna parte que Dios tome placer en las altísimas montañas o en las rutilantes estrellas, pero leemos que “él se huelga en la parte habitable de la tierra y que sus delicias son con los hijos de los hombres”. Tampoco está escrito que los ángeles dan placer a su alma, ni dice, en cuanto a los querubines y serafines: “Serás llamada Hephzibah, porque Jehová se deleita en ti”. Pero él dice todo esto a criaturas caídas como nosotros, degradadas y depravadas por el pecado, que han sido salvadas, exaltadas y glorificadas por la gracia de Dios. ¡Cuán vigoroso es el lenguaje en que el Señor expresa el deleite que tiene en su pueblo! ¡Quien hubiese pensado que el Eterno prorrumpiría en un canto así! Sin embargo está escrito: “Se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cantar”. Cuando miró el mundo, que había creado, dijo que “era bueno”, pero cuando contempló a los comprados con la sangre de Jesús, parece como si su gran corazón no pudiera contenerse más, pues se desbordó en divinas exclamaciones de gozo. ¿No tendríamos nosotros que expresar nuestra gratitud a tan maravillosa declaración de amor, y cantar: “Yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salud”?

SETIEMBRE 20 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“¡La espada de Jehová y de Gedeón!” Jueces 7:20.


GEDEÓN ordenó a sus hombres que hicieran dos cosas: que ocultaran una tea en un cántaro, y que, a una señal convenida, lo rompieran para que la tea alumbrara, y entonces que tocaran la corneta dando grita: “¡Por la espada de Jehová y de Gedeón!” Eso es precisamente lo que todo cristiano debe hacer. Primero debes resplandecer. Rompe el cántaro que esconde tu luz. Arroja a un lado el almud que ha estado escondiendo tu luz, y resplandece. Que tu luz resplandezca delante de los hombres. Que tus obras sean tales que cuando los hombres las vean conozcan que tú has estado con Jesús. Después, debe seguir el sonido, el toque de la trompeta. Debe haber esfuerzos diligentes para ganar a los pecadores por la predicación de Cristo crucificado. Llévales el Evangelio; llévales el Evangelio a sus puertas y ponlo en sus caminos; no permitas que huyan de él. Toca la trompeta directamente en sus oídos. Recuerda que el verdadero grito de guerra de la Iglesia es la consigna de Gedeón: “La espada de Jehová y de Gedeón”. Dios hará esa obra, pues es suya. Pero nosotros no tenemos que estar ociosos: el instrumento para hacer la obra debe ser usado: “La espada de Jehová y de Gedeón”. Si sólo gritamos: “La espada de Jehová”, seremos culpables de ociosa arrogancia; y si gritamos: “La espada de Gedeón”, manifestaremos una confianza idolátrica en un brazo de carne. Tenemos, pues, que combinar las dos expresiones en virtual armonía y decir: “La espada de Jehová y de Gedeón”. Nosotros no podemos hacer nada por nosotros mismos, pero con la ayuda de Dios podemos hacer cualquier cosa. Resolvámonos, pues, a salir personalmente en su nombre. Sirvamos de ejemplo, teniendo encendida nuestra tea; y demos testimonio, tocando fuertemente nuestra trompeta. Dios estará con nosotros y Madián será puesto en confusión y el Señor de los ejércitos reinará para siempre.