IV. Lecciones prácticas de Moisés
Ahora, iré terminando, tratando de poner en orden algunas lecciones prácticas que me parecen ser legítimas consecuencias de esta historia de Moisés. ¿Qué tiene todo esto que ver con nosotros? Algunos dirán: No vivimos en Egipto. No hemos visto milagros. No somos israelitas. Estamos cansados del tema.
Espere un poquito, si esto es lo que piensa, y con la ayuda de Dios le demostraré lo que todos podemos aprender y en lo que todos podemos instruirnos. Todo aquel que anhela vivir una vida cristiana y ser realmente santo, aprenda la historia de Moisés y obtenga sabiduría.
(a) Para empezar, si quiere ser salvo, tiene que tomar la decisión que Moisés tomó: Tiene que escoger a Dios antes que al mundo.
Recuerde bien lo que digo. No lo pase por alto, aunque olvide todo lo demás. No digo que el estadista tiene que renunciar a su trabajo ni que el hombre rico tiene que renunciar a sus propiedades. No se le ocurra a nadie que eso es lo que estoy diciendo. En cambio, digo que el que quiere ser salvo, sea cual fuere su posición en la vida, tiene que estar preparado para las tribulaciones. Tiene que decidirse a escoger lo que parece malo y dejar y rechazar mucho de lo que puede parecer bueno.
Me atrevo a decir que esto les parecerá raro a algunos que lean estas páginas. Comprendo muy bien que uno puede tener cierta forma de religión, que no le causará ningún problema. Hay un tipo de cristianismo común que muchos pueden tener en la actualidad, pensando que están bien, un cristianismo barato que no ofende a nadie y no vale nada. No estoy hablando de una religión de este tipo.
Si realmente se toma usted en serio su alma y si su fe es algo más que un traje o vestido a la moda que se pone los domingos, si está decidido a vivir de acuerdo con la Biblia, si está resuelto a ser un cristiano según el Nuevo Testamento, entonces, repito, pronto descubrirá que tiene que llevar una cruz. Tiene que soportar cosas difíciles, tiene que sufrir por el bien de su alma como lo hizo Moisés o, de otro modo, no puede ser salvo.
En este siglo, el mundo es lo que siempre ha sido. Los corazones de los hombres siguen siendo iguales. Las ofensas a la cruz no han cesado. El verdadero pueblo de Dios todavía es una manada pequeña despreciada. La auténtica fe evangélica todavía incluye reproches y menosprecios. Un verdadero siervo de Dios seguirá siendo considerado por muchos un simple débil y necio exaltado.
Pero el asunto es este: ¿Anhela usted la salvación de su alma? Entonces recuerde: Tiene que elegir a quién servir. No puede servir a Dios y al dinero. No puede estar en los dos bandos a la vez. No puede ser amigo de Cristo y amigo del mundo al mismo tiempo. Tiene que apartarse de los hijos de este mundo y permanecer aparte. Tiene que aguantar muchas mofas, problemas y oposiciones, de otra manera, estará perdido para siempre. Tiene que estar dispuesto a hacer cosas que el mundo considera tontas y tener opiniones que sólo pocos tienen. Le costará algo, la corriente es fuerte, y usted tiene que vencerla. El camino es angosto y empinado; es inútil decir que no lo es. Pero téngalo por seguro: No puede haber una religión salvadora sin sacrificio y la negación de uno mismo.
Ahora bien, ¿está usted haciendo algún sacrificio? Su fe, ¿le cuesta algo? Apelo a su conciencia con afecto y ternura. ¿Está usted, como Moisés, prefiriendo a Dios antes que al mundo o no? Le ruego que no se esconda bajo el peligroso pronombre "nosotros": "nosotros deberíamos", "nosotros esperamos que", "lo que nosotros queremos decir" y frases similares. Le pregunto directamente: ¿Qué está haciendo usted mismo? ¿Está dispuesto a renunciar, sea lo que sea que lo mantiene alejado de Dios? ¿O se está aferrando al Egipto del mundo y diciendo: "Tengo que tenerlo, tengo que tenerlo. No puedo dejarlo"? ¿Hay alguna cruz en su cristianismo? ¿Hay algunas puntas filosas en su fe, algo discordante y chocante con la mentalidad terrenal a su alrededor? ¿O está cómodamente adaptado a las costumbres y la moda? ¿Sabe algo de las aflicciones del evangelio? ¿Son alguna vez, su fe y práctica, objeto de burlas y menosprecios? ¿Alguien lo cree loco en razón de su alma? ¿Ha renunciado a la hija de faraón, sumándose de todo corazón al pueblo de Dios? ¿Le está confiando todo a Cristo? Busque y vea.
Estos son interrogantes difíciles y preguntas delicadas. No puedo impedirlo. Creo que están fundadas en las verdades de las Escrituras. Recuerdo que está escrito: "Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer e hijos, y hermanos y hermanas y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo" (Lc. 14:25-27). Me temo que muchos quisieran la gloria, pero no la gracia. Les gustaría recibir el sueldo, pero no tener que trabajar, la cosecha, pero no el esfuerzo de tener que cosechar, la mies, pero no tener que sembrar, la recompensa, pero no la batalla. Pero esto no puede ser. Como dice Bunyan: "Tiene que haber lo amargo antes de lo dulce". Si no hay cruz no habrá corona.