"Venid a mí..." Mateo 11:28
Venid a mí donde cesan el pecado y la aflicción y empieza la canción del santo. ¿Verdaderamente quiero
llegar a ese sitio? Puedo hacerlo ahora mismo. Es sorprendente que las preguntas importantes de la vida
son pocas, y todas tienen respuesta en las palabras venid a mí. No "haz esto, o no hagas aquello", sino
venid a mí. Si voy a Jesús, mi vida actual se pondrá de acuerdo con mis verdaderos deseos. Realmente
voy a dejar de pecar y descubriré que, en mi vida, empieza el canto del Señor.
¿Alguna vez has ido a Jesús? Mira la obstinación de tu corazón. Estás dispuesto a hacer cualquier cosa
antes que el sencillo ven a mí. Si realmente quieres experimentar la victoria sobre el pecado, tienes que
acudir a Jesús. Jesucristo se convirtió en la prueba que determina la autenticidad. Fíjate cómo usa la
palabra venid. En los momentos menos esperados de tu vida se oye el susurro del Señor, venid a mí, e inmediatamente eres atraído hacia Él. El contacto personal con Jesús lo cambia todo. Sé lo bastante
"tonto" como para acercarte y confiar en lo que El dice. La actitud de ir se manifiesta cuando tu voluntad
decide abandonarlo todo y de manera consciente le confías todo a Él.
"Y yo os haré descansar", es decir, "te sostendré". No dice: "Te pondré en la cama, te tomaré de la mano y
te arrullaré hasta que te duermas", sino, "te haré levantar de la cama, te sacaré de la apatía y el cansancio
y de sentirte medio muerto aunque estás vivo. Te infundiré el espíritu de vida y te sostendrás mediante la
perfección de la actividad vital". ¡Sin embargo, asumimos una actitud de lástima y hablamos de "soportar
la voluntad del Señor!" ¿Dónde se encuentran la majestuosa vitalidad y poder del Hijo de Dios en eso?