Versículo para hoy:

martes, 8 de octubre de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

4. La batalla

"Pelea la buena batalla de la fe". 1 Timoteo 6:12

Es un hecho curioso que no haya otro tema en el que tanta gente se interese tanto como el de riñas o "peleas". Tanto jóvenes como señoritas, ancianos y niños, encumbrados y humildes, ricos y pobres, letrados e iletrados, tienen un profundo interés por las guerras, pleitos, riñas, batallas y luchas.

Es la simple realidad, no importa cómo la tratemos de explicar. Llamaríamos insulso al inglés que no se interesara nada en la historia de Waterloo, o Inkerman, o Balaclava o Lucknow. Creeríamos que es frio y torpe el corazón que no se conmueve y emociona por las luchas en Sedan y Estrasburgo, Metz y Paris durante la guerra entre Francia y Alemania.

Hay una guerra espiritual

Pero hay otra guerra de mucha mayor importancia que ninguna contienda que el hombre haya librado jamás. Es una guerra que concierne, no sólo a dos o tres naciones, sino a cada cristiano que haya nacido en el mundo. A lo que me refiero es a la guerra espiritual. Es la batalla que todo el que quiere ser salvo tiene que encarar con respecto a su alma.

Sé que esta guerra es una de la cual muchos no saben nada. Hábleles de ella y lo tildan de loco, fanático o iluso. Y sin embargo, es tan real y verdadera como cualquier combate que se haya librado en la tierra. Tiene conflictos cuerpo a cuerpo y sus consecuentes heridas. Tiene el velar y el cansancio. Tiene asedios y asaltos. Tiene sus victorias y sus fracasos. Sobre todo, tiene consecuencias que son terribles, tremendas y muy peculiares. En las guerras terrenales hay consecuencias que, a menudo, son temporales y remediables. En la guerra espiritual las cosas son muy diferentes. En esta guerra, cuando termina la lucha, las consecuencias son eternas, no se pueden cambiar.

Fue ésta la guerra de la que Pablo le hablaba a Timoteo cuando escribió aquellas ardientes palabras: "Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna". Es a esta guerra que propongo referirme en este capítulo. Considero que el tema tiene una relación cercana con el de santificación y santidad. Todo el que entienda la naturaleza de la verdadera santidad, sabrá que el cristiano es un "guerrero". Si queremos ser santos tenemos que luchar.