Versículo para hoy:

miércoles, 22 de enero de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)


(d) Lo último que diré es que el verdadero secreto de hacer grandes cosas para Dios es tener una fe grande.

Creo que todos podemos equivocarnos en este punto. Pensamos y hablamos demasiado sobre gracias, dones y logros, y no recordamos tanto como debemos, que la fe es la raíz y madre de todos estos. En su andar con Dios, el hombre llegará sólo hasta donde cree y no más. Su vida será siempre proporcional a su fe. Su paz, su paciencia, su valentía, su celo, sus obras serán todas de acuerdo con su fe.

Leemos las biografías de cristianos insignes como Wesley, Whitefield, Venn, Martyn, Bickerstech, Simeon y M'Cheyne, que nos impulsan a decir: "¡Qué dones y gracias maravillosos tenían estos hombres!" Respondo: "Deberíamos más bien honrar la gracia madre, la más importante de todas las gracias que Dios presenta en el capítulo once de la Epístola a los Hebreos: Deberíamos honrar su fe. Tengamos por seguro que la fe es la razón principal del carácter que tenía cada uno de los mencionados".

Me imagino que alguien puede decir: "Eran hombres de oración; eso fue lo que los hizo lo que eran". Respondo: "¿Por qué oraban mucho? Sencillamente porque tenían mucha fe. ¿Qué es la oración, sino la fe hablando con Dios?"

Otro puede decir: "Eran muy diligentes y trabajadores, eso explica su éxito". Respondo: "¿Por qué eran tan diligentes? Simplemente porque tenían fe. ¿Qué es la diligencia cristiana, sino la fe en acción?"

Otro puede opinar: "Eran muy valientes, eso los hacía útiles". Respondo: "¿Por qué eran tan valientes? Simplemente porque tenían mucha fe. ¿Qué es la valentía cristiana, sino la fe cumpliendo su deber con seriedad?"

Otro puede exclamar: "Era su santidad y espiritualidad lo que les daba envergadura". Por última vez respondo: "¿Qué los hacía santos? Nada más que un espíritu de fe vivo y fehaciente. ¿Qué es la santidad, sino fe visible y fe encarnada?"

Entonces siga el consejo que le doy este día, vaya y clame al Señor Jesucristo como lo hicieron los discípulos: "Señor: Auméntanos la fe" (Lc. 17:5). Fe es la raíz del carácter del creyente verdadero. Asegúrese de que su raíz es la correcta y pronto abundará su fruto. Su prosperidad espiritual siempre será según su fe. Aquel que cree, no sólo será salvo, sino que nunca tendrá sed, vencerá y será establecido, caminará firmemente sobre las aguas de este mundo y hará grandes obras.

Lector, si usted cree las cosas que contiene este capítulo y anhela ser un hombre santo a conciencia, comience a poner en práctica su fe. Tome a Moisés como su ejemplo. Siga sus pasos. Vaya y haga usted lo mismo.