Versículo para hoy:

sábado, 2 de enero de 2016

ALGUN DÍA CERCANO - by Robert Daniel McCoy



Video visto en http://sed-santos.blogspot.com/

LECTURAS VESPERTINAS – ENERO 2

“Tomen los pueblos nuevas fuerzas”. Isaías 41:1.

TODAS las cosas de la tierra necesitan ser renovadas. Ninguna cosa creada puede continuar existiendo por sus propios medios. “Tú renuevas la faz de la tierra”, dijo el salmista. Aun los árboles, que no se consumen con ansiedad ni acortan sus vidas con fatiga, tienen que beber la lluvia caída del cielo y absorber los ocultos tesoros del suelo. Los cedros del Líbano que Dios plantó, sólo viven porque día a día se llenan de la fresca savia que extraen de la tierra. Tampoco la vida del hombre puede sostenerse sin ser renovada por Dios. Como es necesario reparar el desgaste del cuerpo con repetidas comidas, así es necesario reparar el desgaste del alma, alimentándola con la lectura de la Palabra de Dios, con la predicación del Evangelio y con la participación de la Cena del Señor. ¡Cuán deprimidos se hallan nuestros dones cuando descuidamos los medios de gracia! ¡Cuán extenuados se hallan algunos santos que viven sin el diligente uso de la Palabra de Dios y de la oración privada! Si nuestra piedad puede vivir sin Dios, entonces no fue creada por Dios; es sólo una ilusión. Pues si Dios la hubiese creado, esperaría en él como las flores esperan el rocío. Sin una constante renovación no estaremos preparados para hacer frente a los constantes asaltos del infierno o a las severas aflicciones del cielo o a las luchas interiores. Cuando el torbellino se desate, ¡ay del árbol que no haya absorbido savia y que no se haya asido fuertemente de la roca, entrelazando en ella sus raíces! Cuando se levanten las tempestades, ¡ay de los marineros que no hayan afirmado su mástil, ni echado sus anclas, ni buscado el puerto! Si permitimos que el bien se debilite, el mal sin duda se fortalecerá y luchará desesperadamente por obtener el dominio sobre nosotros, y así, quizás, siga una penosa desolación y una lamentable desgracia. Acerquémonos en humilde ruego al trono de la divina gracia y experimentaremos el cumplimiento de esta promesa: “Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas”.

Charles Haddon Spurgeon.