Versículo para hoy:

sábado, 31 de enero de 2015

¿A TI QUÉ? ¡TÚ SÍGUEME! - John Piper

Liberado de la comparación mediante palabras abruptas

Después de resucitar de entre los muertos Jesús le preguntó tres veces a Pedro si él lo amaba. En las tres ocasiones Pedro le contestó que sí. Jesús entonces le dijo a Pedro cómo sería su muerte - aparentemente crucificado. Pedro tuvo curiosidad de cómo le iría a Juan. Asi que le preguntó a Jesús, “¿Y qué con éste hombre?” Jesús no le hizo caso a la pregunta y dijo: “¿A ti qué? ¡Tú sígueme!” Aquí está el intercambio en su totalidad:
“En verdad, en verdad te digo: cuando eras más joven te vestías y andabas por donde querías; pero cuando seas viejo extenderás las manos y otro te vestirá, y te llevará adonde no quieras. Esto dijo, dando a entender la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios. Y habiendo dicho esto, le dijo: Sígueme. Pedro, volviéndose, vio que les seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el que en la cena se había recostado sobre el pecho de Jesús y había dicho: Señor, ¿quién es el que te va a entregar? Entonces Pedro, al verlo, dijo a Jesús: Señor, ¿y éste, qué? Jesús le dijo: Si yo quiero que él se quede hasta que yo venga, ¿a ti, qué? Tú, sígueme!” (Juan 21:18-22)

Las palabras abruptas de Jesús - “¡No es asunto tuyo, sígueme!” - son música a mis oídos. Continuar leyendo...

Fuente: By John Piper. © Desiring God. Website: desiringGod.org

ENERO 31

"Jehová, justicia nuestra". Jeremías 23:6.

SIEMPRE experimentará el cristiano grande calma, quietud, alivio y paz al pensar en la perfecta justicia de Cristo. ¡Cuán a menudo los santos de Dios se hallan abatidos y tristes! Sin embargo, no debiera ser así. Creo que no se hallarían abatidos si tuviesen presente la perfección que poseen en Cristo. Hay algunos que siempre están hablando de la corrupción, de la depravación del corazón y de la innata maldad del alma. Esto es muy cierto, pero ¿por qué no ir un paso más adelante y recordar que somos perfectos en Cristo Jesús? No hay por qué admirarse de que los que se detienen a considerar su propia corrupción, muestren tal aspecto de abatimiento, pero si recordamos que "Cristo es hecho por nosotros justicia", estaremos de buen ánimo. Aunque la pena me aflija, aunque Satán me asalte, aunque haya muchas cosas que tenga que gustar antes de llegar al cielo, en el pacto de la gracia todo esto fue cumplido en mi favor; no hay nada que falte a mi Señor. Cristo lo hizo todo. En la cruz dijo: "Consumado es", y si está consumado, entonces yo estoy completo en él y puedo regocijarme con gozo inefable y glorificado, "no teniendo mi justicia que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios, por la fe". No hallaréis de este lado del cielo gente más santa que aquella que recibe en sus corazones la doctrina de la justicia de Cristo. Cuando el creyente dice: "Yo vivo sólo en Cristo, confío para mi salvación únicamente en él, y creo que, aunque indigno, soy, sin embargo, salvo en Jesús", entonces viene este pensamiento como un motivo de gratitud: "¿No viviré para Cristo? ¿No lo amaré y serviré, viendo que soy salvo por sus méritos?" "El amor de Cristo nos constriñe". "Los que viven, no vivan ya para sí, sino para el que murió por ellos". Si somos salvos por justicia imputada valoraremos grandemente la justicia impartida.

Fuente: LECTURAS MATUTINAS de Charles Haddon Spurgeon.