En este capítulo vamos a tratar con dos formas de cómo satanás procura desviar al creyente hacia el pecado:
Una manera es haciéndolo sumamente atractivo.
Otra es persuadiendo a los creyentes de que sus pecados son muy pequeños y sin importancia.
1- El diablo engaña a los creyentes haciendo del pecado algo atractivo, natural y de apariencia normal y aceptable. El pecado casi siempre se disfraza con esta apariencia. Quizás muchos creyentes se fijen demasiado en su propia apariencia, su vestido, sus pertenencias, su imagen. El diablo les dice que esto no es el orgullo, que es algo normal, que todos lo hacen. Quizás algunos creyentes son codiciosos y satanás les susurrará que es lo justo, que es normal, que consigan y atesoren todo lo que puedan; todo el mundo lo hace. Quizás una persona tenga la tentación de tomar. Entonces el diablo le dirá que no es pecado emborracharse. Sencillamente les dirá que es una diversión sana, una forma de convivencia y de ser amistoso con los demás. Después les dirá que lo merecen y hará que el vicio aparezca sumamente atractivo, añadiéndole una posición social, un prestigio , mujeres hermosas, éxito, simpatía, etc. (Así se hace en los medios publicitarios.)
Cuando satanás trata de seducirnos en esta forma hay que recordar cuatro hechos importantes:
Primero, el pecado no es menos vil y abominable cuando es presentado en una forma más atractiva. Al diablo le gusta esconder la verdad acerca del pecado. El Nuevo Testamento dice que el diablo puede aparecerse como un ángel de luz, (2 Cor.11:14) que el lobo puede disfrazarse con piel de oveja. Pero satanás y el pecado seguirán siendo “satanás y el pecado”; no importa como se disfracen.
Segundo, entre más atractivo que se presenta el pecado, resulta más peligroso. El veneno más peligroso se encuentra frecuentemente en las flores más bonitas. A menudo la ropa más costosa es usada para cubrir los cuerpos más indignos y el cuerpo más perfecto cubre el alma más vil. Del mismo modo, los nombres más sofisticados y los títulos más elevados son usados para hablar de los vicios más horribles y de los pecados más abominables.
Tercero, es necesario que veamos el pecado tal como lo veremos en el día del juicio. Ese día todos verán la verdadera cara del pecado. Cuando todos los pueblos estén reunidos ante el Gran Juez del universo, entonces apreciará la pecaminosidad del pecado. En ese momento el pecado será desenmascarado y será despojado de su atractiva vestimenta; aparecerá más sucio y más vil que el infierno mismo. Lo que antes parecía hermoso y codiciable se manifestará feo y repugnante. La biblia describe el pecado comparándolo con varias cosas: el vómito de un perro, una llaga podrida, la lepra, el estiércol, la espuma del mar, etc. También compara los pecadores con los puercos que se revuelcan en el cieno, bestias brutas, animales irracionales (cabras, perros, bueyes) , fieras ondas del mar, estrellas errantes, árboles desarraigados, etc. Es necesario ver el pecado tal como lo veremos en el día de la muerte. La conciencia puede estar dormida por largo tiempo, pero en el día de la muerte y del juicio se despertará y nos mostrará lo dañino y amargo del pecado. Entonces debemos aprender a ver el pecado no como es presentado por el diablo, sino como lo veremos en la eternidad.
Cuarto, aún los pecados que parecen más atractivos provocaron la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Solo podemos valorar el pecado a la luz de la crucifixión de Cristo. Debemos ver a Cristo en su pasión y sufrimiento por el pecado: afligido, azotado, herido, molido, angustiado, sudando grandes gotas de sangre, su cuerpo quebrantado, su sangre derramada, el Juez del universo condenado, el Señor de vida muerto, su cabeza que llevaba la corona de gloria, coronada de espinas. Sus oídos que recibían las alabanzas del cielo, ahora reciben los desprecios y blasfemias de la multitud. La cara más hermosa que la de los hijos de los hombres ahora es escupida y desfigurada. Las manos que sostenían el cetro ahora son clavadas en una cruz. Todo esto fue originado por los pecados que el diablo procura presentar tan atractivos. Cuando los creyentes vean a Cristo sufriendo y muriendo por el pecado, se dan cuenta que tan malo es, y le vuelven la espalda y pelean en su contra.
2- Otra manera como satanás seduce a los creyentes al pecado es decirles que sus pecados son “pecaditos”, es decir que sus pecados son pequeños y sin importancia. Cuando satanás actúa así, quiere que los creyentes pasen por alto ciertos pecados y que se acostumbren a ellos. Quiere que clasifiquen sus propios pecados como pequeños en comparación con los pecados de los demás. Desea que los creyentes piensen del pecado como si hubiese pecados grandes y chicos, para que pasen por alto estos últimos.
El primer remedio contra esa táctica es darnos cuenta que los pecados que parecen pequeños han traído la ira de Dios. Aún el pecado más pequeño es una transgresión contra la santa ley de Dios. Los pecados que parecen “pequeños” son ofensas contra la gloria y la bondad de Dios. Un solo pecado arruinó a toda la raza humana. Por pecados que a los hombres parecen pequeños, Dios derramó el infierno sobre Sodoma y Gomorra.
Segundo, los pecados pequeños inevitablemente conducen a pecados mayores. El pecado se esparce en la vida de uno poco a poco. Los que continúan viviendo en pecados pequeños, terminan viviendo completamente en pecado. Cuando cometemos un solo pecado, nunca sabemos hasta que punto nos llevará. El rey David comenzó deseando a Betsabé y terminó adulterando y asesinando a Urías heteo, su marido. Los que comienzan con pequeños pecados no pueden detenerse, y normalmente terminan en grandes pecados.
Tercero, es algo triste alejarse de Dios debido a un pecado pequeño. Podemos decir que entre menos fuerte sea la tentación, más grande es el pecado; los pecados más pequeños deberían ser los más fáciles de evitar. Cuando uno es tentado en una cosa pequeña y cede, demuestra que tan malo es. Indica que uno prefiere gozar un poco del pecado, que gozarse de Dios. Cuando nos disgustamos con un amigo acerca de una cosa pequeña, esto demuestra nuestra necedad y nuestra falta de humildad. Del mismo modo es necio y malo pecar contra Dios y alejarnos de El por un pecado pequeño.
Cuarto, frecuentemente hay un peligro enorme en el pecado más pequeño. Los pecados pequeños pueden influirnos por largos periodos de tiempo hasta que nos hacen mucho daño. Un hoyo pequeño en un barco permite el paso del agua hasta que finalmente lo hunde. Así, un pecado pequeño puede afectarnos paulatinamente hasta arruinar nuestra vida.
Quinto, a lo largo de la historia, los creyentes han escogido sufrir los peores tormentos que participar de los pecados pequeños. Daniel y sus amigos pudieron haber pecado fácilmente pero estuvieron dispuestos a sufrir. De igual forma muchos creyentes han sufrido por negarse a participar de la idolatría, la mundanalidad, los errores doctrinales, etc.
Finalmente, cuando Dios muestra a los hombres cuán poderoso es el pecado más pequeño, no podrán mantenerse en pie ante la culpa del más pequeño de ellos. Los egipcios consideraban a la plaga de moscas como el “dedo de Dios”. Y aunque eran unas criaturas pequeñas se volvieron poderosas cuando fueron usadas por Dios para juicio.
Entonces, cuando Dios les muestra a los creyentes el mal y el gran poder de los pecados pequeños, ya no pueden pensar ligeramente acerca de ellos.