Versículo para hoy:

viernes, 1 de septiembre de 2023

SEPTIEMBRE 1 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Me guiarás según tu consejo, y después me recibirás en gloria”. Salmo 73:24.

EL salmista siente necesidad de guía divina. Hace poco estuvo descubriendo la necesidad de su propio corazón, y con el fin de no ser constantemente desviado por él, resolvió dejarse guiar, de aquí en adelante, por el consejo de Dios. Cuando el sentido de nuestra necedad nos conduce a confiar en la sabiduría del Señor, damos un gran paso adelante para ser sabios. El hombre ciego se apoya en el brazo de su amigo y llega con seguridad al hogar; de la misma manera nosotros tendríamos que entregarnos sin reservas, a la guía divina, no dudando nada, estando ciertos de que aunque no podamos ver, es siempre seguro confiar en el Dios que todo lo ve. “Me recibirás” es una bendita expresión de confianza. David estaba seguro de que el Señor no dejaría de cumplir su obra. Creyente, hay aquí una palabra para ti; descansa en ella. Ten por cierto que tu Dios será tu consejero y amigo. El te guiará; te dirigirá en todos tus caminos. En su Palabra tienes, en parte, cumplida esta seguridad, pues las Santas Escrituras contienen los consejos de Dios para ti. ¡Felices de nosotros los que tenemos la Palabra de Dios para que siempre nos guíe! ¿Qué puede hacer el marinero sin la brújula? ¿Y qué puede hacer el cristiano sin la Biblia? Es esta la carta infalible, el mapa en que están registrados todos los bancos de arena. Todos los canales, desde la arena movediza de la destrucción hasta el puerto de la salvación están delineados y marcados por uno que conoce todo el camino. ¡Bendito seas, oh Dios, porque podemos confiar en ti para que nos guíes ahora, y nos guíes hasta el fin! Después de haber sido guiado en esta vida, el salmista anticipa la divina recepción que tendrá al fin, y dice: “después me recibirás en gloria”. ¡Qué bendición para ti, creyente! ¡Dios mismo te recibirá en la gloria; te recibirá a ti! Aunque errante y extraviado, te llevará, al fin, a su gloria seguro. Esta es tu porción.

AGOSTO 31 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“En mi brazo pondrán su esperanza”. Isaías 51:5.

En tiempos de dura prueba el cristiano no tiene en la tierra nada en lo cual pueda confiar, y por lo tanto se ve precisado de arrojarse en los brazos de su Dios. Cuando su barco se hunde, y no puede valerse de ningún salvamento humano, debe sencilla y enteramente confiarse a la providencia y al cuidado de Dios. ¡Feliz tormenta la que arroja al hombre sobre una roca como esta! ¡Bendito huracán, que llevas el alma a Dios y sólo a Dios! Algunas veces no nos allegamos a nuestro Dios porque tenemos una multitud de amigos, pero cuando un hombre es tan pobre y se ve tan desamparado y desvalido que no puede recurrir a ninguna parte, entonces vuela a los brazos de Dios y es felizmente recibido en ellos. Y cuando esté sometido a pruebas tan apremiantes y singulares que no las pueda contar a ninguno sino sólo a Dios, debe estar agradecido por ello, pues aprenderá más de su Señor en esa ocasión que en cualquier otro tiempo. ¡Oh creyente sacudido por la tempestad! Es una prueba afortunada la que te lleva al Padre. Ahora que sólo tienes a Dios en quien confiar, procura poner en él tu entera confianza. No afrentes a tu Señor y Maestro con dudas y temores indignos, sino sé fuerte en la fe, dando gloria a Dios. Haz ver al mundo que tu Dios vale para ti más que diez mil mundos; haz que vean los hombres ricos cuán rico eres tú, cuando en tu pobreza tienes como tu ayudador al Señor Dios; haz que vean los fuertes cuán fuerte eres tú en tu debilidad cuando te sostienen los brazos eternos. Ahora es el tiempo para las hazañas de fe y para las valientes proezas. Sé fuerte y muy valiente, y el Señor tu Dios, que hizo los cielos y la tierra, se glorificará en tu debilidad y magnificará su poder en medio de tu aflicción. La magnificencia de la bóveda celeste quedaría perjudicada, si el firmamento estuviese sostenido por una columna, y tu fe perdería su gloria si descansase sobre algo visible al ojo carnal. ¡Que el Espíritu Santo te haga descansar en Jesús!