Fundamento sobre el cual construir
(1) Un fundamento principal sobre el cual edificar esta doctrina de "crecer en gracia", es el lenguaje claro de las Escrituras. Si es que las palabras de la Biblia algo significan, el "crecimiento" existe y los creyentes tienen que recibir la exhortación de "crecer". ¿Qué dice Pablo? "vuestra fe va creciendo" (2 Ts. 1:3). "Rogamos, hermanos, que abundéis en ello más y más" (1 Ts. 4:10). "Creciendo en el conocimiento de Dios" (Col. 1:10). "Esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos" (2 Co. 10:15). "Y el Señor os haga crecer" (1 Ts. 3:12). "Crezcamos en todo en aquel que es la cabeza" (Ef. 4:15). "Vuestro amor abunde aun más y más" (Fil. 1:9). "Y el Señor os haga crecer" (1 Ts. 4:1). ¿Qué dice Pedro? "Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis" (1 P. 2:2). "Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 P. 3:18). No sé lo que otros piensen de textos como estos. A mi entender, establecen la doctrina que estoy defendiendo y hacen imposible cualquier otra explicación. La Biblia enseña el crecimiento en la gracia. Podría terminar aquí y no decir más.
(2) No obstante, el otro fundamento sobre el cual construir la doctrina de "crecer en la gracia", es el fundamento de la realidad y la experiencia. Le pregunto al lector sincero del Nuevo Testamento si acaso no puede ver, tan claro como el sol del mediodía, los distintos grados de gracia en los santos cuyas historias relata el Nuevo Testamento. Le pregunto si acaso no puede ver en las mismísimas personas una diferencia tan grande entre su fe y su conocimiento en distintas etapas, igual como se ve la diferencia de la fuerza de una persona cuando era niño y cuando es adulto. Le pregunto si acaso las Escrituras no reconocen esto claramente en el lenguaje que usa cuando habla de "débiles" en la fe y "fuertes" en la fe, de cristianos como "recién nacidos", "infantes", "jóvenes" y "padres" (1 P. 2:2; 1 Jn. 2:12-14). Le pregunto, sobre todo, si su propia observación de los creyentes en la actualidad no lo lleva a la misma conclusión. ¿Qué cristiano verdadero no confesaría que hay mucha diferencia entre su propia fe y conocimiento cuando recién se había convertido y sus logros actuales, como entre un árbol joven y uno maduro? En principio, sus gracias son las mismas, pero han crecido. No sé cómo les caerá esto a otros, pero a mí me resulta indiscutible el hecho de que el "crecimiento en la gracia" es real.
Casi me da vergüenza dedicarle tanto espacio a esta parte del tema. De hecho, si alguno dice que la fe, la esperanza, el conocimiento y la santidad del recién convertido son tan fuertes como la de un creyente maduro, y no necesita crecer, sería una pérdida de tiempo seguir discutiendo. No hay duda de que son reales, pero no tan fuertes -reales, pero no tan vigorosos- como las semillas que planta el Espíritu, que aún no llevan fruto. Y si alguien me pregunta cómo llegar a ser más fuerte, le digo que tiene que ser por el mismo proceso por el cual todas las cosas que tienen vida lo logran. Tiene que crecer. Y eso es lo que quiero significar cuando digo "crecer en la gracia"¹.
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¹ "La gracia auténtica es progresiva, de una naturaleza que se esparce, crece. Sucede con la gracia lo mismo que con la luz: Primero, está el amanecer, luego va aumentando hasta la plenitud del mediodía. Las Escrituras comparan a los santos, no sólo con estrellas por su luz, sino con los árboles por su crecimiento (Is. 61:3; Os. 14:5). El buen cristiano no es como el sol de Ezequías que retrocedía, ni como el de Josué que se detuvo, siempre está avanzando en santidad, creciendo en su conocimiento de Dios". - Body of Divinity (Cuerpo de divinidad), por Thomas Watson, Pastor de St. Stephen's Walbrook, 1660.