Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. Hebreos 11:7.
Noé era muy diferente del resto de los hombres de su época. Ellos se olvidaron de Dios, mientras él le temía, ellos vivían para las cosas que se ven y que son temporales, mientras que él vivía a la vista de lo invisible. Cuando estaba construyendo su arca, formaba parte de una minoría miserable, e incluso luego de ciento veinte años de ministerio, cuando terminó de construir el arca y su familia entró en ella, eran ocho contra muchos millones, una cantidad insignificante, como dirían los hombres, una secta digna de lástima comparada con toda una humanidad. ¿Quién habría pensado que los ocho estaban en lo cierto y los demás eran los que estaban equivocados? Donde está Dios, allí está la mayoría. Pero es evidente que había una distinción muy marcada entre Noé y su familia, y el resto de la humanidad.
Hermanos, en la actualidad la iglesia de Dios se encuentra en un mundo muy parecido al de Noé y su familia. Esto nos hace ser la familia escogida de Dios que estará segura cuando el mundo se consuma en el fuego final. Pero el tiempo llegará -llegará a cada hombre en el día de su muerte y llegará a todos los impíos cuando el Señor Jesús descienda del cielo a la final trompeta- cuando la puerta se cierre, entonces se escuchará la voz que dirá: «Hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá» (Lucas 16:26). El carácter no cambiará, los impíos todavía seguirán actuando con impiedad y los inmundos seguirán siendo inmundos.
Hermanos, en la actualidad la iglesia de Dios se encuentra en un mundo muy parecido al de Noé y su familia. Esto nos hace ser la familia escogida de Dios que estará segura cuando el mundo se consuma en el fuego final. Pero el tiempo llegará -llegará a cada hombre en el día de su muerte y llegará a todos los impíos cuando el Señor Jesús descienda del cielo a la final trompeta- cuando la puerta se cierre, entonces se escuchará la voz que dirá: «Hay un gran abismo entre nosotros y ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni tampoco pueden los de allá para acá» (Lucas 16:26). El carácter no cambiará, los impíos todavía seguirán actuando con impiedad y los inmundos seguirán siendo inmundos.
A través de la Biblia en un año: Ezequiel 21-24
FUENTE: Charles H. Spurgeon -Tomado del libro “A los Pies del Maestro”, Compilado por Audie G. Lewis.