Versículo para hoy:

jueves, 14 de septiembre de 2023

SETIEMBRE 14 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Había también con él otros barquitos”. Marcos 4:36.

JESÚS era aquella noche el gran Almirante del mar, y su presencia preservó a todo el convoy. Es bueno navegar con Jesús, aunque sea en un barquito. Cuando navegamos en compañía de Jesús, no podemos estar seguros de contar con buen tiempo, pues grandes tormentas pueden sacudir el barco que lleva al Señor mismo; ni tampoco debemos esperar que el mar se hallará menos borrascoso en derredor de nuestro barquito. Si vamos con Jesús tenemos que estar satisfechos con viajar como viaja él, y cuando las olas sean borrascosas para él, lo serán también para nosotros. Es en medio de la tempestad y de las sacudidas que llegamos a tierra, mientras él va delante de nosotros. Cuando la tormenta sacudía el mar de Galilea, en todos los rostros se dibujaba la preocupación, y todos los corazones temían el naufragio. Cuando toda ayuda humana era vana, se levantó el Salvador, y con una palabra transformó la tempestad en calma. Entonces tanto los otros barquitos, como aquel en que viajaba el Señor, tuvieron bonanza. Jesús es la estrella del mar. Y aunque haya aflicción en la mar, si Jesús está en ella hay gozo también. Que nuestros corazones hagan de Jesús su ancla, su timón, su faro, su bote salvavidas y su puerto. Su Iglesia es el navío del Almirante. Sigamos sus movimientos y alentemos a sus oficiales con nuestra presencia. El Almirante mismo es la gran atracción. Sigamos siempre su estela, observemos siempre sus señales, guiémonos siempre por su carta de navegación, y mientras él esté en la borrasca, no temamos. Ningún barco del convoy naufragará. El Gran Jefe de escuadra conducirá a cada uno de ellos en seguridad al puerto deseado. Por fe soltaremos amarras para navegar otro día, y nos daremos a la vela con Jesús en un mar de tribulación. El está siempre en medio de los azotados por la tormenta. Regocijémonos en él. Su barco llegó al puerto, y el maestro llegará también.

SETIEMBRE 13 – LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

“Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia llena los estanques”. Salmo 84:6.


ESTO nos enseña que el consuelo obtenido por uno, puede frecuentemente resultar útil a otro, como acontecería con las fuentes que eran aprovechadas por la compañía que venía detrás. Nosotros solemos leer algunos libros llenos de consolación, que, a semejanza de la vara de Jonatán, destilan miel. Nosotros pensamos que nuestro hermano estuvo allí antes que nosotros, y cavó este pozo en provecho de sí mismo y de nosotros. Muchos de esos libros han sido como un estanque hecho por un peregrino para su bien, pero que ha resultado ser muy útil también a otros. Advertimos esto especialmente en los Salmos, como, por ejemplo, en aquel que dice en uno de sus versículos: “¿Por qué te abates, oh alma mía?” Los viajeros se han gozado al ver la huella del hombre en lugares estériles, y a nosotros nos gusta ver las marcas que los peregrinos dejaron al pasar por el valle.
Los peregrinos cavan el pozo, pero, aunque parezca extraño, ese pozo se llena por la parte de arriba en lugar de hacerlo por la parte de abajo. Nosotros usamos los medios, pero la bendición no procede de los medios. Nosotros cavamos el pozo, pero el cielo lo llena con lluvia. El caballo está preparado, aguardando el día de la batalla, pero la seguridad es del Señor. Los medios están relacionados con el fin, pero no lo producen por sí mismos. Mira aquí, la lluvia llena los estanques, de suerte que ellos llegan a ser útiles como depósitos de agua. El trabajo no se pierde, pero, sin embargo, no reemplaza a la ayuda divina. La gracia bien puede compararse a la lluvia por su pureza, por su influencia refrescante y vivificadora, por venir sola desde arriba y por la soberanía con que es dada o retenida. ¡Que nuestros lectores tengan lluvias de bendiciones y que los pozos que han cavado se llenen de agua! ¡Oh Dios de amor, abre las ventanas del cielo y derrama sobre nosotros bendición!