Versículo para hoy:

miércoles, 10 de abril de 2024

CRISTO ES EL TODO - J. C. Ryle (1816-1900)

 “Cristo es el todo”. Colosenses 3:11

 

IV. Cristo será el todo en el cielo

Añadiré una cosa más y con esto habré terminado. Reflexionemos para entender bien que Cristo será el todo en el cielo.

No me detendré mucho en este punto. Aun si tuviera espacio, no tendría la capacidad de hacerlo. Es imposible describir lo invisible y un mundo desconocido. Lo que sí puedo afirmar es que todos los hombres y mujeres que alcanzan el cielo encontrarán que, incluso allí, “Cristo es el todo”.

Tal como lo era el altar en el templo de Salomón, el Cristo crucificado será el objeto más grandioso en el cielo. Aquel altar era lo primero que atraía la vista de todo el que entraba por las puertas del templo. Era un gran altar de bronce, de veinte codos de largo y veinte codos de ancho (2 Cr. 4:1). De la misma manera, Jesús atraerá la vista de todos los que entran en la gloria. En medio del trono y rodeado de ángeles y santos estará el “Cordero como inmolado” y el “Cordero [será] su lumbrera” (Ap. 5:6; 21:23).

La alabanza al Señor Jesús será la canción eterna de todos los moradores del cielo. En medio del trono y rodeado de ángeles y santos le adorarán, exclamando a una voz: “El Cordero que fue inmolado es digno [...] Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Ap. 5:12, 13).

El servicio al Señor Jesús será la ocupación eterna de todos los moradores del cielo: “Le sirven día y noche en su templo” (Ap. 7:15). Qué satisfacción da pensar que, por fin, podremos servir al Cordero sin distracciones y trabajar para Él sin cansancio.

La presencia de Cristo mismo será de un gozo perpetuo para los moradores del cielo. Veremos “su rostro” y escucharemos su voz, hablaremos con Él como se hablan los amigos (Ap. 22:4). Dulce es la idea de que, sin importar quién falte en la cena de las bodas del Cordero, el Señor mismo estará allí. Su presencia satisfará todas nuestras necesidades (Sal. 17:15).

¡Qué glorioso y dulce hogar será el cielo para todos los que han amado al Señor Jesucristo con sinceridad! Aquí vivimos por fe en Él y encontramos paz, aunque a Él no lo vemos. Allá nos veremos cara a cara y descubriremos que es lo más hermoso que puede haber. Ciertamente “más vale vista de ojos que deseo que pasa” (Ec. 6: 9).

Pero, lamentablemente, muchos de los que hablan de “ir al cielo” cuando mueren, resultan no ser aptos para hacerlo porque no tienen fe salvadora ni ninguna relación real con Cristo.

¿Usted no honra a Cristo aquí? ¿Usted no tiene comunión con él?

¿Usted no lo ama? Entonces, ¿qué podría hacer en el cielo? No sería un lugar para usted. El gozo de la gloria no sería gloria para usted. La felicidad de los salvos no sería una bendición que usted podría compartir. El servicio que los santos brindan a Cristo le sería tedioso y una carga para su corazón. ¡Oh, arrepiéntase y cambie antes de que sea demasiado tarde!

Confío en que he mostrado cuán profundos son los cimientos de esa pequeña expresión: “Cristo es el todo”.