Versículo para hoy:

sábado, 27 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
CONSIDERACIONES FINALES SOBRE LA FALTA DE CUIDADO DEL CORAZÓN

Pasamos ahora a mejorar y aplicar lo anterior.

Hemos visto que el cuidado del corazón es la gran obra de un cristiano, en la que consisten el alma y vida mismas de la fe, y sin la cual todas las demás obligaciones no tienen valor a ojos de Dios. Por tanto, para consternación de los hipócritas y de las personas que solo profesan el cristianismo formalmente, concluimos:

1. La inutilidad del esfuerzo de muchos que dicen ser creyentes

Los dolores y trabajos por los que muchas personas han pasado en su religión no tienen valor, y no serán tenidos en buena cuenta. Los seres humanos han realizado muchos servicios espléndidos que Dios, al final, rechazará: no se sostendrán en el registro para aceptación eterna, porque los que los realizaron no pusieron atención en guardar sus corazones con Dios. Esta es la fatal piedra en la que miles de personas que dicen ser cristianos tropiezan y se arruina eternamente. Son precisos en los asuntos externos de la fe, pero sin cuidar sus corazones.

Oh, ¡cuántas horas han pasado algunos escuchando, orando, leyendo y conferenciando! Y aun así, en lo que respecta al objetivo final de la fe, tanto da que se hubiesen sentado en silencio sin hacer nada, ya que la gran obra, es decir, la del corazón, estaba siendo descuidada todo el tiempo.

Si somos falsos cristianos ¿Cuándo hemos derramado una lágrima por lo muerto, endurecido, incrédulo y terrenal que es nuestro corazón? ¿Creemos que esta religión fácil nos salvará? Si creemos que sí, deberíamos dar la vuelta a las palabras de Cristo y decir: grande es la puerta y ancho el camino que lleva a la vida, y muchos son los que entran por él.

Que me escuchen los hipócritas que se autoengañan: has apartado a Dios con tus deberes sin corazón, has actuado en tu religión como si bendijeses un ídolo, tú, que no has podido observar tu corazón, regularlo y ejercitarlo en tus obras, ¿cómo permanecerás en la venida del Señor? ¿Cómo mantendrás en alto la cabeza cuando Él diga: "Oh, hombre disimulado y de corazón falso ¿cómo puedes profesar la fe? ¿Con ese rostro pudiste decir tantas veces que me amabas, cuando sabías por tu conciencia que tu corazón no estaba conmigo?" Temblemos al pensar el terrible juicio que se dará a los corazones desatendidos y descuidados, que toman los deberes religiosos como si fuesen un sonajero para calmar y silenciar la conciencia.

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