Versículo para hoy:

miércoles, 15 de febrero de 2023

FEBRERO 15 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad". 2 Pedro 3.18

Los cielos serán colmados con las incesantes alabanzas de Jesús. ¡Eternidad!, tus incontables años apresurarán su curso eterno, pero por los siglos de los siglos "a él sea gloria". ¿No es Jesús sacerdote eterno según el orden de Melquisedec? "A él sea gloria". ¿No es él rey eterno, Rey de reyes y Señor de los señores, Padre eterno? "A él sea gloria hasta el día de la eternidad". Nunca cesarán sus alabanzas. Lo que fue comprado con sangre merece durar el tiempo que dura la eternidad. La gloria de la cruz nunca debe ser eclipsada. El brillo de la tumba y de la resurrección nunca tienen que ser empañados. ¡Oh Jesús! Tú serás alabado siempre. Tanto como viven los espíritus inmortales, tanto como perdura el trono de Dios, por siempre y para siempre a él sea gloria. Creyente, cuando tributas gloria a Jesús, estás anticipando el tiempo cuando te reunirás con los santos en el cielo. Pero, ¿lo estás glorificando ahora? Las palabras del apóstol son estas: "A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad". ¿No deseas hacer tuya esta oración? "Señor, ayúdame a glorificarte. Soy pobre, ayúdame a glorificarte conformándome con lo que tengo; estoy enfermo, ayúdame a honrarte por medio de la paciencia; tengo talentos, ayúdame a ensalzarte usándolos para ti; dispongo de tiempo, ayúdame Señor, a redimirlo a fin de que pueda servirte; tengo un corazón para sentir, permite Señor, que este corazón no sienta otro amor que el tuyo y no se inflame con otra llama que la del amor a ti; tengo una mente para pensar, ayúdame Señor, a pensar en ti y por ti. Tú me has puesto en este mundo con un propósito, muéstrame Señor, cuál es ese propósito y ayúdame a cumplirlo. Yo no puedo hacer mucho, pero como la viuda puso las dos blancas, que constituían todo su haber, así Señor, yo pongo mi tiempo y eternidad en tu tesorería. Soy todo tuyo; tómame y capacítame para glorificarte ahora en todo lo que digo, hago y tengo".

FEBRERO 14 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Y fuele  diariamente dada su comida de parte del rey de continuo, todos los días de su vida". 2 Reyes 25.30

Joaquín no fue sacado del palacio real con un depósito de alimentos que le durase por algunos meses, sino le fue dada una provisión diaria. Joaquín representa en esto la feliz posición de todo el pueblo de Dios. Una porción diaria es todo lo que realmente necesita un hombre. No necesitamos provisiones para mañana; ese día no ha llegado aun y sus necesidades no existen todavía. La sed que tendremos en junio no necesita ser satisfecha en febrero, pues aun no la sentimos. Si a medida que van llegando los días, tenemos lo suficiente para cada día, nunca sabremos lo que es la necesidad. Lo que baste para el día, es todo lo que podemos disfrutar. No podemos comer y beber o vestir más que la provisión de alimento o vestido que necesitamos para el día. El sobrante nos deja la inquietud de almacenarlo y la ansiedad de estar en guardia contra el ladrón. Un báculo ayuda al viajero, pero un atado de báculos es una pesada carga. Lo suficiente no sólo es tan bueno como una fiesta, sino que es todo lo que aun el glotón puede en realidad disfrutar. Esto es todo lo que debemos esperar; ansiar más que esto es desagradable. Cuando nuestro Padre no nos da más, debemos estar satisfechos con la porción cotidiana. El caso de Joaquín es el nuestro; tenemos una porción segura, una porción que nos es dada de parte del rey, una porción de gracia, una porción perpetua. Hay aquí una base segura para el agradecimiento.

Amado lector cristiano, necesitas también en cuanto a la gracia de Dios, una porción diaria. Tú no tienes un depósito de fuerzas. Debes procurar conseguir día tras día fuerzas de lo Alto. Puedes estar seguro de que te será dada una porción cada día. Por la lectura de la Palabra, por la instrumentalidad del pastor, por la meditación, por la oración y por la confianza en Dios, recibirás renovadas fuerzas. En Jesús están guardadas para ti todas las cosas que necesitas. Entonces, disfruta de tu continua ración. Mientras el pan de la gracia esté sobre la mesa de la misericordia, nunca te vayas con hambre.

FEBRERO 13 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no lo conoce a él. Amados, ahora somos hijos de Dios". 1 Juan 3.1-2.

"Mirad cuál amor nos ha dado el Padre". Si consideramos loque hemos sido y lo que todavía somos cuando la corrupción muestra en nosotros su funesto poder, nos admiraremos de que Dios nos haya adoptado como hijos. Sin embargo, esa es la verdad, pues el pasaje dice que somos llamados hijos de Dios. ¡Qué sublime relación es la de un hijo y qué privilegio entraña! ¡Qué cuidado y qué cariño el hijo espera de su padre y qué amor siente el padre para con su hijo! Pero nosotros, por medio de Cristo, tenemos todo eso y mucho más. En cuanto a los momentáneos sufrimientos que compartimos con nuestro Hermano Mayor, los aceptamos como un honor. 

"El mundo no nos conoce porque no lo conoce a él". Nos alegramos de ser, juntamente con Jesús, desconocidos en su humillación, pues sabemos que juntamente con él habremos de ser exaltados.

"Amados, ahora somos hijos de Dios". Es fácil leer esto, pero no es fácil sentirlo. ¿Cómo se halla tu corazón esta mañana? ¿Se halla en la profundidad de la aflicción? ¿La corrupción se levanta dentro de tu espíritu y la gracia se asemeja a una pobre chispa pisoteada bajo los pies? No temas; tú no tienes que vivir de tus dones ni de tus sentimientos; sólo debes vivir por fe en Cristo. Aunque todo nos sea contrario, aunque estemos en la profundidad de la aflicción, ya estemos en la montaña o en el valle, el pasaje dice que "ahora somos hijos de Dios". "Pero -dices tú- yo no estoy bien ataviado, mis dones no se destacan y mi justicia no brilla esplendorosamente". Hermano, lee otra vez el texto: "Aun no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando él apareciere seremos como él es". El Espíritu Santo purificará nuestras mentes y el poder divino perfeccionará nuestros cuerpos, y entonces lo veremos como él es.

FEBRERO 12 - LECTURAS MATUTINAS C. H. SPURGEON

"Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda por el mismo Cristo nuestra consolación". 2 Corintios 1.5

Hay aquí una bendita proporción. El gobernador de Providencia lleva una balanza. En un platillo pone las pruebas de su pueblo y en el otro sus consolaciones. Cuando el platillo de la prueba está casi vacío, el de la consolación se halla casi en el mismo estado. Y cuando el platillo de la prueba está lleno, el de la consolación se halla en la misma condición.

Cuando se amontonan las negras nubes, es cuando más claramente se nos revela la luz. Cuando llega la noche y se acerca la tormenta, el Capitán Celestial está más cerca de la tripulación. ¡Verdad bendita esta, que cuando estamos más abatidos es cuando nos sentimos más aliviados por las consolaciones del Espíritu! Una de las razones de esto estriba en que las pruebas hacen más lugar para la consolación. Los grandes corazones sólo se hacen en las grandes pruebas. La azada de la aflicción ahonda el pozo del consuelo y hace un lugar más espacioso para la consolación.

Dios viene a nuestro corazón y lo halla lleno. Rompe nuestras comodidades y lo vacía; entonces hay más lugar para la gracia. Cuanto más humillado esté un hombre, tanto más consuelo tendrá, pues estará en mejores condiciones para recibirlo.

Otra razón porque somos más felices en nuestras pruebas es esta: Tenemos entonces una comunión más íntima con Dios. Cuando el granero está lleno, el hombre puede vivir sin Dios; cuando el bolsillo rebosa de oro, estamos tentados a pasar la vida sin mucha oración. Pero cuando se secan nuestras calabazas, entonces sentimos necesidad de nuestro Dios; cuando los ídolos de nuestra casa son quitados, entonces nos sentimos constreñidos a adorar a nuestro Dios. No hay mejor clamor que el que viene de las partes bajas de las montañas, y no hay oración que tenga ni la mitad del fervor que tiene la que sale de las profundidades del alma, a través de intensas pruebas y aflicciones.