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Si lee usted todo este capítulo
detenidamente, se encontrará con que el personaje central no es Rebeca, la
novia. Poco de su reacción ha quedado escrito aquí, ya que fue un personaje
secundario. El objeto de atención de la historia realmente sigue al criado
de Abraham, que es el personaje central. Esta es una imagen de la obra del
Espíritu Santo. Pero recuerde usted, el Espíritu de Dios decide realizar su
obra principalmente por medio de hombres y mujeres, por medio de aquellos de
nosotros que le pertenecemos. Esto es especialmente cierto en la obra de
llamar a un pueblo con el nombre de Dios. Dios nos ha dado la responsabilidad
y el privilegio de ser Sus instrumentos para llamar a Su esposa de entre el
mundo. De modo que esta historia se convierte en una imagen preciosa de todo
el proceso del evangelismo personal. El proceso de traer a otros a
Cristo empieza con el mandamiento de Dios el Padre. La iniciativa aquí la
tiene Abraham, que manda a su criado a realizar este trabajo y le presenta la
obligación para hacerlo por medio de un juramento. Cuando este criado puso su
mano bajo el muslo de Abraham, estaba sencillamente practicando una costumbre
oriental que reconoce que los lomos del muslo eran la fuente de la vida. Para
el criado, era una representación de estar atado por un juramento solemne. Al aplicar esto a nuestra propia
situación y ver a Dios el Padre estando en el lugar de Abraham aquí, está
pidiendo a todos los siervos que se entreguen a esta labor. No se menciona
aquí el nombre del criado, de manera que usted y yo podemos poner nuestros
nombres aquí. El Padre nos llama y nos manda que vayamos y tomemos una esposa
para Su Hijo. Esta no es una opción para la
persona que cree en Jesucristo. Dios ha dicho, no solo de la manera que lo
vemos aquí sino además en la afirmación directa en la Palabra de Dios, que la
obligación descansa sobre los creyentes, que deben entregarse a la labor de
alcanzar a otros para Jesucristo. Dios ha dicho: “Toma una esposa para mi
Hijo”. Y con este fin, el Espíritu de Dios ha entrado en nuestros corazones
para morar en ellos. Todo Su propósito, en lo que se refiere a entrar en
nuestra vida, es que Él pueda ser lo que es y hacer lo que vino a hacer.
Nuestro Señor Jesús es el que mora en nosotros y se nos dice lo que vino a
hacer. Él dijo: “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se
había perdido” (Lucas 19:10). Si eso es lo que vino a hacer, encontraremos
que Él lo está haciendo en nuestras vidas, si le damos la oportunidad. Señor, ayúdame a ser sensible al
Espíritu de Dios al guiarme a aquellos que Él ha preparado para escuchar
acerca de Tu Hijo. |
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Aplicación a la vida |
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¿Reconocemos nosotros y vivimos
conforme a nuestro mandato como discípulos del Señor Jesús? ¿Reaccionamos
nosotros ante el impulso del Espíritu Santo? |
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Versículo para hoy:
domingo, 28 de junio de 2020
28 de junio - Aquí viene la novia - Ray Stedman
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