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El énfasis principal de este pasaje
gira en torno a lo que podríamos llamar “la cooperación del Espíritu”. Esta
es la nota que falta en gran parte del evangelismo personal. Muchos hombres y
mujeres han escuchado el mandamiento de Dios: “Id por todo el mundo y
predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Han reconocido que
esto es un mandamiento, pero luego salen, actuando como si todo dependiese de
ellos. Aquí es de donde procede el rostro ceñudo, el fanático con ojos
febriles, por un lado y, por el otro, el cristiano tímido, confundido, que
apenas se atreve a pronunciar una palabra. Fallamos en lo que se refiere a
reconocer que no solo nos ha mandado Dios hacer esto, sino que también ha
provisto el Espíritu por medio del cual poder hacerlo. Esto es lo que vemos al progresar
la historia. Aquí tenemos a un hombre que está esperando que Dios obre. No va
a esta tierra diciéndose a sí mismo: “Bueno, ahora todo depende de mí. Tengo
que encontrar a esta muchacha, y ¿cómo voy a encontrar la que es la
apropiada? Y después de esto, debo convencerla para que venga. ¿Cómo voy a
conseguirlo?” Es muy sencillo para este hombre, porque sabe que no está solo
para realizar esta tarea. Hay un compañero invisible que está obrando,
preparándole el camino. ¡Cuánto me gustaría que pudiésemos aprender esta
lección acerca de nuestro propio testimonio! Dios no ha dejado esto para que
lo hagamos nosotros solos. El trabajo de alcanzar a hombres y mujeres para
Cristo no es una cuestión de persuasión humana, sino que es un llamamiento
divino. Dios está obrando para mover, dar forma y desarrollar las vidas y los
corazones de todos. ¿Se ha fijado usted cómo el criado
de Abraham lo hace? Primero, ora, revelando su expectación de que Dios está
obrando. En su oración sencilla pide a Dios que despeje el camino, que le
indique la persona a quien Él desea que el criado le hable. Al orar acerca de
su problema, espera que Dios le conteste. Este es un maravilloso concepto que
recordar al dar testimonio. Cuando yo voy en avión o en tren, o voy a alguna
parte donde posiblemente vaya a estar en contacto con alguien que no conoce
al Señor, le pido a Dios que me indique quién es la persona con la cual Él quiere
que yo hable. Tal vez no hay nadie; tal vez el Señor quiere que pase mi
tiempo leyendo o estudiando. Pero es muy posible que tenga a alguien. Yo no
sé con quién Él está obrando, pero sé que Él me dirigirá de maneras de las
que yo apenas si soy consciente. Padre, enséñame a estar expectante
a Tu dirección guiándome a aquellas personas que están listas para escuchar
Tu Palabra. |
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Aplicación a la vida |
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¿Vivimos expectantes de Dios para
que ministre por medio de nosotros y realice Sus propósitos? ¿Contamos
nosotros con nuestra propia ingenuidad o nuestro ingenio para alcanzar a
otros con el Evangelio? |
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Versículo para hoy:
lunes, 29 de junio de 2020
29 de junio - Grandes expectaciones - Ray Stedman
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