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Si Isaac representa la gozosa
plenitud del fruto del Espíritu, Ismael representa alguna mimada
manifestación de nuestra propia vida egoísta en la que hallamos consuelo y
deleite y a la que no queremos renunciar. Algunas personas conceden valor a
lo que hace mucho tiempo que vienen sospechando que no es lo que Dios hubiese
deseado, pero que ellos se mostraban reacios a renunciar. Tal vez se trate de
alguna costumbre que venimos arrastrando durante mucho tiempo y que hemos
estado defendiendo. Puede haber costumbres o valores en nuestras vidas que en
realidad son alguna forma de autoindulgencia. Puede que Dios las permita
durante un tiempo, pero llegará el momento en que dirá: “Es preciso que os
deshagáis de ellas”. Dios dice que Ismael no podría
nunca compartir la herencia con Isaac. Esto es exactamente lo que quiso decir
Jesús cuando dijo: “Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del
Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). Cuando llegue el momento en que debamos
estar ante el Señor en el trono del juicio de Cristo, nuestras vidas estarán
clasificadas en dos áreas diferentes: las obras de madera, heno y paja, que
son de la carne, y las de oro, plata y piedras preciosas, que son del
Espíritu (ver 1 Corintios 3:10-15). El Señor nos dice a nosotros como le dijo
a Abraham: “Es preciso que Ismael se vaya”. Si se niega usted a exponer,
examinar y a eliminar lo que es nacido de la carne, aunque Dios ha dicho que
eso le dolerá a usted, le ha mostrado a usted la paz, el gozo y el amor, que
son los frutos del Espíritu, no le quedará a usted más remedio que
enfrentarse con la opción, como le sucedió a Abraham. El Dr. Barnhouse escribió una vez:
“A principios de mi ministerio, yo tenía la idea que debía atacar todo error
dondequiera que me lo encontrase... si el error se hallaba en algún dirigente
fundamental con el cual estaba de acuerdo en un 95%, atacaba con dureza ese
5% restante”. Esto convirtió al Dr. Barnhouse en una figura muy
controversial, con frecuencia carente de misericordia, duro y dogmático. Este
celo por la verdad se convirtió en un Ismael en su vida. A continuación
cuenta cómo llegó un momento en el que el Espíritu de Dios le enseñó a amar,
y se enfrentó con la decisión, es decir, dejar marchar a Ismael. Tuvo que
aprender a ser más comprensivo y más tolerante con algunos de los diferentes
puntos de vista de otras personas. Escribió: “Hace algún tiempo,
publiqué una resolución de Año Nuevo expresando el hecho de que lamentaba
haber tenido diferencias con hombres que eran verdaderamente nacidos de
nuevo. Los resultados de esta resolución fueron asombrosos. En los años
siguientes a su publicación, mi ministerio fue transformado”. Los años
finales de su vida muestran la manera como se volvió más tierno y la dulzura
del fruto del Espíritu en aquel que antes había sido tan duro, crítico y
exigente. Yo no sé la forma que está tomando
Ismael en su vida, pero sé que hay ocasiones en las que Dios nos dice,
sencillamente, que esto debe eliminarse. No puede continuar habiendo la
manifestación de la vida del Espíritu hasta que esto quede resuelto. Abraham
obedeció. Por la mañana temprano, se levantó, tomó pan y un odre de agua y,
aunque le produjo un enorme sufrimiento hacerlo, mandó a Agar y a Ismael que
se fuesen, a fin de que pudiese tener la plenitud del Espíritu de vida en
Cristo Jesús. Señor, te pido que yo pueda
sinceramente anhelar ser una vasija completamente rendida de Tu gozo, Tu
fortaleza y Tu paz. Te pido que pueda tener la gracia para desechar a Ismael
y hallar la plenitud y el gozo de Isaac. |
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Aplicación a la vida |
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Las antiguas costumbres y modos de
pensar pueden volverse cómodas. ¿Respondemos nosotros de manera obediente
cuando Dios nos pide que nos deshagamos de ellas para que nuestra sanidad
interior pueda producir un gozo duradero? |
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Versículo para hoy:
domingo, 21 de junio de 2020
21 de junio - ¡Ismael debe irse! - Ray Stedman
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