“Balanzas justas, pesas justas, epha justo, e hin justo tendréis”. Levítico 19:36.
LAS pesas, las balanzas y las medidas tenían que estar de acuerdo con la ley de justicia. Sin duda, ningún cristiano necesita que se le recuerde esto en su negocio, pues si la justicia es desterrada del mundo que nos rodea, debe hallar asilo en los corazones creyentes. Hay, además, otras balanzas que pesan cosas morales y espirituales que necesitan ser frecuentemente examinadas. Invitaremos al juez esta noche. Las balanzas en las cuales pesamos nuestro carácter y el carácter de los otros hombres, ¿marchan bien? ¿No estamos trocando en kilos nuestros gramos de bondad y en litros los decalitros de los demás? Cristiano, mira cómo andan esas pesas y medidas. Las balanzas en las cuales pesamos nuestras pruebas y aflicciones, ¿funcionan de acuerdo con la ley? Pablo, que sufría más que nosotros, calificó de “livianas” sus aflicciones; en cambio nosotros consideramos “pesadas” las nuestras. Sin duda, algo anda mal en las balanzas. Debemos pensar en este asunto, no sea que seamos denunciados ante la corte celestial por proceder injusto. Esas balanzas con las cuales pesamos nuestras creencias doctrinales, ¿van bien? Las doctrinas de la gracia debieran tener para nosotros el mismo peso que tienen los preceptos de la Palabra, ni más ni menos; pero es de temer que en el concepto de muchos, ya un platillo de la balanza, ya el otro está injustamente cargado. Dar medida justa es, en realidad, una gran cosa. El cristiano debe en esto ser cuidadoso. Las medidas con las cuales estimamos nuestras obligaciones y responsabilidades dan la impresión de ser pequeñas. Cuando un rico no da a la causa de Cristo más de lo que contribuye un pobre, ¿es eso epha justo e hin justo? Cuando los pastores están medio muertos de hambre, ¿es ese un proceder justo? Cuando los pobres son despreciados mientras los impíos ricos son tenidos en admiración, ¿es esa una balanza justa? Lector, podríamos alargar la lista, pero preferimos ponerle punto final para descubrir y destruir todas las balanzas, las pesas y las medidas injustas.
Charles Haddon Spurgeon.
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