“Jehová prueba al justo”. Salmo 11:5.
TODOS los acontecimientos están bajo el gobierno de la Providencia. Por lo tanto, todas las pruebas de nuestra vida exterior se pueden atribuir en el acto a la gran Primera Causa. De las puertas de oro del mandato de Dios, los ejércitos de las pruebas marchan en orden de batalla vestidos con coraza de hierro y equipados con armas de guerra. Todos los actos de la Providencia son puertas para las pruebas. Aun nuestras mercedes, como las rosas, tienen sus espinas. Los hombres pueden ser sumergidos en mares de prosperidad como en ríos de aflicción. Para las tentaciones, nuestras montañas no son demasiado altas ni nuestros valles demasiado bajos. Las pruebas acechan en todos los caminos. Por todas partes, arriba y abajo, estamos rodeados de peligros. Sin embargo, ninguna lluvia cae de la amenazante nube, sin permiso; cada gota recibe órdenes antes de precipitarse a tierra. Las pruebas que proceden de Dios son enviadas para fortalecer nuestros dones, y para demostrar, a la vez, el poder de la gracia divina, para probar la genuinidad de nuestras virtudes y para acrecentar sus energías. Nuestro Señor en su infinita sabiduría y superabundante amor valora tanto la fe de los suyos que no impedirá las pruebas por las cuales esa fe es fortalecida. Nunca hubieras poseído la preciosa fe que ahora te sostiene, si la prueba de tu fe no hubiese sido semejante al fuego. Tú eres un árbol que nunca te hubieras arraigado tan bien si el viento no te hubiese sacudido de aquí para allá y hecho prender firmemente de las preciosas verdades del pacto de la gracia. La tranquilidad mundana es un gran enemigo para la fe; afloja las articulaciones de santo valor y rompe los músculos de sagrado coraje. El globo no se levanta hasta que las cuerdas no sean rotas. La aflicción hace esta severa obra en las almas creyentes. Mientras el trigo duerma confortablemente en la espiga no tendrá ninguna utilidad para el hombre. Antes que su valor pueda ser conocido debe ser trillado. Así es bueno que Jehová pruebe al justo, porque la prueba lo hace rico para con Dios.
Charles Haddon Spurgeon.
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