(k) El hombre santo procurará ser fiel en todas sus obligaciones y relaciones en la vida. Tratará, no sólo de cumplir con su lugar, al igual que otros que no piensan en sus almas, sino que hará algo mejor, porque tiene motivos superiores y más ayuda que ellos. No hay que olvidar nunca aquellas palabras de Pablo: "Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor...", "...no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor;..." (Col. 3:23; Ro. 12:11). Las personas santas debieran apuntar a hacer todo bien y debieran avergonzarse de permitirse hacer algo mal, si pueden evitarlo. Al igual que Daniel, deben procurar no tener ningún cargo contra ellos, excepto su "relación con la ley de su Dios" (Dn. 6:5). Deben esforzarse por ser buenos cónyuges, buenos padres y buenos hijos, buenos patrones y buenos siervos, buenos vecinos, buenos amigos, buenos en privado y buenos en público, buenos en su lugar de trabajo y buenos en su hogar. Poco vale la santidad, si no lleva este tipo de fruto. El Señor Jesús le hace una pregunta inquietante a su pueblo cuando dice: "¿Qué hacéis de más?" (Mt. 5:47).
Versículo para hoy:
sábado, 21 de septiembre de 2024
SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)
(j) El hombre santo procurará la humildad. Anhelará, modestamente, estimar a otros mejores que él. Verá más maldad en su propio corazón, que en el de cualquier otro en el mundo. Comprenderá algo del sentimiento de Abraham cuando dice: "Soy polvo y cenizas" y entenderá a Jacob cuando dice: "Soy menos que el más pequeño de todas tus misericordias" e interpretará a Job cuando dice: "Yo soy vil" y a Pablo cuando dice: "Yo soy el primero de los pecadores". El santo Bradford, fiel mártir de Cristo, a veces terminaba sus cartas saludando con estas palabras: "El más miserable pecador, John Bradford". Las últimas palabras del buen anciano Grimshaw en su lecho de muerte, fueron estas: "Aquí va un siervo inútil".
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