"Pero él no la quiso beber, sino que la derramó como ofrenda para el Señor…", 2 Samuel 23:16
Recientemente, ¿qué ha sido para ti como el "agua del pozo de Belén"? ¿El amor, la amistad, o quizá una
bendición espiritual? (ver 2 Samuel 23:13-17). Lo que haya sido, ¿lo tomaste para tu satisfacción
personal, incluso poniendo en riesgo tu alma? Si lo has hecho, no lo puedes "derramar" para Dios. Nunca
puedes dedicar a Dios algo que deseas para tu satisfacción personal. Si te satisfaces a ti mismo con una
bendición de Dios, ésta te corromperá. Debes sacrificarla y derramarla como ofrenda para Él, algo que el
sentido común califica como un absurdo desperdicio.
¿Cómo puedo derramar "para Dios" el amor natural y las bendiciones espirituales? Sólo de una manera:
Tomando la decisión en mi mente. Hay ciertos actos de las personas que uno jamás podría aceptar si no
conociera a Dios, porque humanamente es imposible retribuirlos. Tan pronto comprendo que algo es
demasiado maravilloso para mí, que no lo merezco y que de ninguna manera ha sido establecido para el
ser humano, debo derramarlo para el Señor. Entonces, cuando lo hago, se derrama por todas partes como
ríos de agua viva (Juan 7:38). Si no derramo estas bendiciones delante del Señor, serán un peligro tanto
para los que amo como para mí, porque se vuelven codiciables. Sí, podemos codiciar lo que no es
indecente ni vil. Incluso el amor debe ser transformado derramándolo para Dios. Si te has vuelto agrio y
amargado, es porque cuando Dios te dio una bendición la retuviste para ti. Si, en cambio, la hubieras
derramado para Él, serías la persona más dulce de la tierra. Si siempre estás reteniendo las bendiciones y
no aprendes a derramarlas para Jesús, otras personas no podrán ensanchar su visión de Dios por medio de
ti.
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