"El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios...", Juan 7:17
La regla de oro para obtener discernimiento espiritual no es la búsqueda intelectual, sino la obediencia. Si
una persona quiere tener conocimiento científico, se guía por la curiosidad intelectual. Pero, si desea
revelación de las enseñanzas de Jesucristo, únicamente lo puede lograr obedeciéndole. Si las verdades
espirituales son secretas y ocultas para mí, entonces puedo estar seguro de que en mi vida hay algo que no
quiero hacer. La oscuridad intelectual proviene de la ignorancia, pero la espiritual se debe a que hay algo
que no tengo la intención de obedecer.
Nadie recibe una palabra de Dios sin que sea puesto a prueba de inmediato con respecto a ella. Nosotros
desobedecemos y luego nos sorprendemos porque no estamos creciendo espiritualmente. Jesús dijo: "Por
tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu
ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano y entonces vuelve y presenta tu
ofrenda", Mateo 5:23-24. En esencia está diciendo: "No me digas ni una palabra más, primero sé
obediente y rectifica eso". Las enseñanzas de Jesús nos impactan donde más nos duele. No podemos
engañarlo ni por un instante. Él nos enseña hasta en el más mínimo detalle. El Espíritu de Dios descubre
nuestra actitud de auto justificación y nos hace sensibles a verdades en las que nunca habíamos pensado.
Cuando Jesús te muestre algo por medio de su Palabra, no lo evadas. Si lo haces, te convertirás en un
farsante religioso. Examina aquello en lo cual tiendes a encogerte de hombros, a desobedecer y
comprenderás por qué no estás creciendo espiritualmente. Como dijo Jesús: Ve, reconcíliate primero.
Debes obedecer lo que Dios te dice aunque corras el riesgo de que te crean un fanático.
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