"Ellos le dijeron: Rabí que significa “Maestro” ¿dónde vives? Les dijo: Venid y ved... Sígueme..." Juan 1:38-39,43
Sígueme donde los intereses personales se duermen y el verdadero interés se despierta. "Se quedaron
aquel día con él". Eso es todo lo que algunos de nosotros hacemos. Permanecemos con Él un tiempo
corto, luego despertamos a las realidades de la vida, surgen nuestros intereses personales y se va nuestra
permanencia. Sin embargo, no hay una circunstancia de la vida en la que no podamos permanecer en
Jesús.
"Tú eres Simón hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas", Juan 1:42. Dios escribe el nombre nuevo tan solo
en aquellas áreas de nuestra vida donde ha borrado el orgullo, la autosuficiencia y los intereses egoístas.
Algunos tenemos el nombre nuevo escrito solamente en ciertos puntos, como un sarampión espiritual, de
modo que en esos lugares nos vemos muy bien. Cuando estamos en nuestro mejor ánimo espiritual, la
gente creería que somos los santos más especiales; pero que nadie se atreva a mirarnos cuando no
tenemos esa disposición. Un verdadero discípulo es aquel que tiene su nombre nuevo escrito en todo su
ser, porque el interés personal, el orgullo y la autosuficiencia han sido completamente borrados.
El orgullo es hacer del yo nuestro dios y esto ocurre hoy en algunos de nosotros, no al estilo del fariseo,
sino del publicano (ver Lucas 18:9-14). Decir: "Oh, yo no soy ningún santo", es aceptable para el orgullo
humano, pero es una blasfemia inconsciente contra Dios. Significa literalmente que estás desafiando a
Dios para que pruebe que te puede convertir en santo: "Soy demasiado débil y no tengo remedio, estoy
fuera del alcance de la expiación por la cruz de Cristo". ¿Por qué no eres santo? Porque no quieres, o
porque no crees que Dios lo puede hacer "Sería bueno", dices, "si Dios me salvara y me llevara
directamente al cielo". ¡Eso es justamente lo que hará! "Vendremos a él y haremos morada con él Juan",
14:23. No pongas condiciones, deja que Jesús sea todo para ti y Él te llevará a casa con Él. No sólo por un
día, sino por toda la eternidad.
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