"Con Cristo estoy juntamente crucificado", Gálatas 2:20
Cada uno de nosotros tiene la ineludible necesidad espiritual de firmar el certificado de defunción de su
naturaleza pecaminosa. Esto significa que debo convertir mis impresiones emocionales y creencias
intelectuales en un veredicto moral contra la naturaleza pecaminosa, es decir, contra cualquier reclamo de
mi parte de tener derecho sobre mí mismo. Pablo afirmó: "Con Cristo estoy juntamente crucificado…".
No dijo: "Estoy decidido a imitar a Jesucristo", ni: "Realmente me esforzaré para seguirlo", sino: "me he
identificado con Él en su muerte".
Cuando tomo esta decisión moral y actúo de acuerdo con ella, en mi ser se lleva a cabo todo lo que Cristo
hizo por mí en la cruz. Mi libre entrega a Dios le da al Espíritu Santo la oportunidad de impartirme la
santidad de Jesucristo.
"…Ya no vivo yo...". Mi individualidad permanece, pero cambian radicalmente mi motivación principal
para vivir y la naturaleza que me gobierna. Tengo el mismo cuerpo humano pero queda destruido el viejo derecho satánico sobre mí.
"…Y lo que ahora vivo en la carne...". No la vida que anhelo vivir o la que pido en oración que yo viva,
sino lo que ahora vivo en mi carne mortal -la vida que los hombres pueden ver-, la vivo en la fe del Hijo
Dios... Esta fe no era propia de Pablo, no era su fe en Jesucristo, sino la fe que el Hijo de Dios le había
dado (ver Efesios 2:8). Ya no es fe en la fe, sino la fe que ha sobrepasado los límites de mi conocimiento
subjetivo, una fe que proviene solamente del Hijo de Dios.
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