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Jesucristo se ha manifestado con el
propósito de quitar o eliminar los pecados. Este es el gran propósito por
el que vino a este mundo. Unido con este propósito está la gran posibilidad
que fluye de él: “y no hay pecado en él”. Este es el glorioso evangelio de
esperanza. Existe una manera, pero no hay más que una sola manera. Esto es
como decir que el aire es lo único que podemos respirar. Necesitamos una sola
solución a este dilema humano. No hay más que una sola manera, porque no hay
más que Uno solo que ha aparecido en la historia humana que puede quitar los
pecados. Él no lo hace como un acto de
magia. No menea una varita mágica ni pronuncia alguna abracadabra religiosa y
el problema queda resuelto... ¡de buenas a primeras! De repente usted se ve
libre de pecado, el desenfreno ha desaparecido y usted no volverá jamás a
tener problema con él. Si esa es su idea de la fe cristiana, está usted
totalmente equivocado. Pero como hemos visto a lo largo de esta epístola de
Juan, el Señor Jesucristo ha aparecido para quitar los pecados. ¿Cómo lo
hace? Lo hace impartiendo vida, como si encendiese la luz, despertando el
amor. Estas son las cosas que reaccionan frente a las manifestaciones del
desenfreno. ¿Qué es el llevar una vida desenfrenada? Es lo que produce la
muerte, la destrucción de la vida, las tinieblas, lo que apaga la luz, el
odio y la violación del amor. ¿Qué es lo que da Jesucristo? Da
vida en lugar de la muerte, luz en lugar de oscuridad y amor en lugar de
odio. Cuando recibe usted a Jesucristo, eso es solo el principio; a eso le
sigue toda la vida cristiana. Como hemos estado aprendiendo, es un proceso de
crecimiento, pero los resultados son inevitablemente los mismos. El pecado
queda eliminado, queda eliminada la vida de desenfreno y se produce la
restauración del corazón humano en el que reina el orden y la paz. Eso ha
sido demostrado a lo largo de la historia humana. Repetidamente, en cada
generación, los casos más difíciles han respondido a este remedio asombroso:
los homosexuales, los alcohólicos, los drogadictos, los adictos al sexo, los
asesinos, los ladrones. Incluso casos mucho más difíciles se han rendido: los
orgullosos, los intelectuales, los amargados, los cínicos, los jóvenes
enfurecidos, los ancianos agotados. Y han existido siempre los que habían
desesperado, los heridos de espíritu, los que vivían sin esperanza, los
patéticos, los dignos de lástima, los perdidos, los abandonados quebrantados
que pasan por la vida como flotando. Poco importa dónde o cuándo han vivido las
personas; ha sido siempre la misma historia, siempre la misma liberación,
siempre los mismos resultados: el recuperarse de llevar una vida disoluta. El
milagro sucede cuando las personas conocen a Jesucristo y le reciben en sus
vidas. Entonces comienza a sanar la enfermedad. Señor, haz posible que tenga el
privilegio de ser parte de esto, la causa más grande de todas, para que pueda
ver claramente que no hay nada que sea más importante a lo que pudiese
entregarme que proclamar este poderoso mensaje de sanidad. |
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Aplicación a la vida |
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¿Cuál fue el propósito de que
Jesucristo naciese en nuestro mundo? ¿De qué manera afecta el que Él dio Su
vida, a la muerte recurrente, a las tinieblas y al odio que existe hoy? |
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Versículo para hoy:
sábado, 16 de mayo de 2020
16 de mayo - Quitando los pecados - Ray Stedman
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