|
Cuando Noé entró en el arca, Dios
le dijo: “Estableceré mi pacto contigo”. No fue sencillamente el arca lo que
salvó a Noé. Ese fue el medio gracias al cual fue posible que fuese salvo, pero
lo que realmente salvó a Noé fue el acuerdo de Dios con él. La palabra y la
promesa de Dios fueron lo que le salvaron. Por lo tanto, es preciso que
también nosotros veamos más allá de los medios gracias a los cuales somos
salvos para hallar la gran motivación que hizo que Cristo viniese a la
tierra, a la promesa de Dios que se encuentra bajo todo lo demás y establece
un pacto con nosotros, siendo un nuevo arreglo para vivir. Siempre que se
encuentre usted con la palabra pacto en las Escrituras, no
piense en ella como un contrato que hace Dios con su pueblo. Es eso, en un
sentido, pero es principalmente una nueva base para la vida, un fundamento para
vivir. Este pacto que vemos aquí va mucho más lejos que el sencillo hecho de
salvar a Noé; es algo que debía gobernar su vida y la vida del mundo después
de que el diluvio hubiese cesado. Esto requería tan solo una actitud por
parte de Noé, la de la obediencia.
Yo me siento turbado por la
facilidad con que muchos usan al Señor Jesús como un Salvador para salvarles
de ir al infierno cuando mueran, pero no tienen la menor intención de
permitirle gobernar sus vidas mientras están vivos. Pero aquí la historia de
Noé está muy clara. No fue sencillamente el hecho de que Dios llevó a Noé al
arca lo que le salvó, sino el hecho de que Noé fue obediente respecto a un
nuevo arreglo para el vivir. Noé obedeció a Dios.
Esto fue lo que salvó a Noé y es lo
que nos salva a nosotros. No es el hecho de que aceptemos a Jesucristo como
nuestro Salvador, estando de esa manera de acuerdo en que le pertenecemos a
Él y seremos salvos cuando muramos. Es el hecho de que le hemos recibido como
Señor. Nosotros reconocemos el derecho que Él tiene sobre nosotros: Su
derecho a gobernar, Su derecho a regular, Su derecho a mandarnos y a que nosotros
obedezcamos. Es preciso que el corazón responda de inmediato en obediencia a
todo lo que Dios manda, como lo hizo en este caso Noé. Ese reconocimiento de
Su señorío es la base de la salvación. Esta es la base sobre la cual no solo
sobrevivimos al desastre que pende de manera inminente sobre nuestro tiempo,
desafiando con golpearnos en cualquier momento, sino también a los desastres
individuales de cada vida, que pueden hacer que se hunda la tierra bajo
nuestros pies, acabando con la vivienda de nuestra vida y arrastrando las
arenas sobre las cuales construimos.
Debemos más bien establecerla sobre
la roca que no puede ser movida, que descansa sobre la cosa más inalterable
en todo el universo, que es la Palabra de Dios. Eso fue lo que creó el
universo. No hay nada más sobre lo que podamos depender que no sea la Palabra
de Dios. A la postre, todo lo que está presente en todo el universo que nos
rodea procede de esa fuente. Por lo tanto, cuando descansamos sobre la
Palabra de Dios, el pacto de Dios, estamos descansando sobre la cosa más
segura y estable que el universo jamás ha conocido. “El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35).
Señor, gracias por el Nuevo Pacto,
que es un nuevo arreglo para vivir y que me concede la libertad y el poder
para obedecerte.
|
|
|
|
Aplicación a la vida
|
|
Dios estableció un pacto mediante
el cual podemos ser salvos y entrar en la nueva Vida por medio de la
obediencia. ¿De qué manera refleja la imagen de la historia de Noé esta nueva
manera de vivir?
|
|
Versículo para hoy:
sábado, 25 de abril de 2020
25 de abril - El camino de escape - Ray Stedman
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario