¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore. ¿Está alguno de
buen ánimo? Que cante alabanzas. Santiago 5:13.
Los problemas alejan a
los hombres carnales de la religión que dicen que profesan pero unen al
verdadero rebaño, tal y como cuando las ovejas se asustan y se alarman, buscan
al Buen Pastor. Mientras más dolor sentimos, más gracia necesitamos y más cerca
de nuestro Consolador venimos. «¡Más cerca de Dios!» es el clamor del santo
cuando está en problemas. El consuelo de un hijo de Dios en la oscuridad es la
oración. La adversidad, que es una bendición del Espíritu Santo, nos hace recordar
las promesas. Las promesas alimentan nuestra fe y la fe nos conduce a la
oración, Dios oye y responde nuestra petición. Esta es la cadena de
acontecimientos que experimenta un alma atribulada. Cuando pasemos por la
tribulación, ya que conocemos las promesas, ejercitemos nuestra fe y vayamos a
Dios en oración; porque nunca se ha vuelto un hombre a Dios de todo su corazón
sin que Dios no se vuelva a él. Si decidimos orar, podemos confiar en que Dios
decidirá bendecirnos. Las bendiciones se encuentran en el camino al cielo; su
sombra está siempre sobre nosotros. «Días y años nos has afligido, nos has
hecho sufrir; ¡devuélvenos ahora ese tiempo en alegría!» (Salmo 90:15).
A través de la Biblia en un año: Jeremías 1-4
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