“Jehová suelta a los aprisionados”. Salmo 146:7.
Lo ha hecho. Acuérdate de
José, de Israel en Egipto, de Manasés, Jeremías, Pedro y muchos otros. Aún lo
puede hacer. Él quebranta cerrojos de bronce con una palabra, y rompe las
cadenas de hierro con una mirada. Lo está haciendo. En mil sitios salen los
afligidos a la luz y a la libertad. Jesús proclama todavía a los presos
abertura de la cárcel. En este momento se están abriendo puertas, y están
cayendo a tierra grillos de hierro.
Él se alegrará en
librarte, querido amigo, si en este momento estás gimiendo a causa de tristeza,
duda y temor. Será un gozo para Jesús darte la libertad. Le causará tanto
placer soltarte, como te dará placer a ti ser suelto. No, tú no tienes que
romper la cadena de hierro; el mismo Señor lo hará. Solamente confía en Él, y
Él será tu Libertador. Cree en Él, no obstante las murallas de piedra o las
esposas de hierro. Satán no te puede detener, el pecado no te puede encadenar,
aun la desesperación no te puede atar, si quieres creer ahora en el Señor
Jesús, en la liberalidad de su gracia y en la plenitud de su poder para salvar.
Desafía al enemigo y que
la palabra ahora delante de ti sea tu cántico de liberación: “Jehová suelta a
los aprisionados”.
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