“En ti el huérfano alcanzará misericordia”. Oseas 14:3.
Esta es una razón
excelente para que echemos fuera toda otra confianza y nos fiemos solamente en
el Señor. Cuando un niño queda sin su protector natural, nuestro Dios
interviene y se hace su guardián; de la misma manera, cuando un hombre ha
perdido todo objeto de dependencia, puede echarse sobre el Dios vivo y hallar
en Él todo lo que necesita. Los huérfanos son echados sobre la paternidad de
Dios, y Él provee por ellos. El escritor de estas páginas sabe lo que es
depender del brazo desnudo de Dios, y da su testimonio espontáneo de que
ninguna confianza está tan bien garantizada por la realidad ni tiene tanta
seguridad de ser recompensada en sus resultados, como la confianza en el
invisible pero eterno Dios vivo.
Algunos hijos que tienen
padres no están en mejor estado por ello, pero los huérfanos son ricos con
Dios. Es mejor tener a Dios y ningún otro amigo, que tener todos los
protectores del mundo y estar sin Dios. Ser desamparados de nuestros semejantes
es penoso, pero en tanto que el Señor permanece como la fuente de misericordia
para nosotros, no somos huérfanos realmente. Que los hijos huérfanos se sirvan
de la palabra de esta mañana y que todos los que han sido desamparados de
sostén visible hagan lo mismo. ¡Señor, que halle yo misericordia en Ti! Cuanto
más necesitado y desamparado estoy, más confiadamente apelo a tu corazón
amante.
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