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martes, 2 de abril de 2024

Remedios Preciosos Contra Las Artimañas Del Diablo - Tomás Brooks

Capítulo 14

Ahora vamos a considerar TRES maneras en que el diablo trata de desanimar a los creyentes y hacerles dudar.

1

- Satanás atacará a los creyentes diciéndoles que no están tan llenos de gozo y contentamiento como cuando confiaron en Cristo al principio, que han perdido el gozo y la consolación que tenían antes. Satanás quiere que duden de su salvación porque ya no gozan de la paz y la felicidad como al principio.

¿Qué debe hacer el creyente cuando esto le sucede?

El primer remedio divino contra esta tentación es que no debemos confiar en nuestros sentimientos. Satanás quiere que los creyentes confíen en sus emociones en lugar de que ejerciten su fe. Es cierto que los creyentes no siempre se sienten felices y no siempre tienen paz, pero esto no indica que ya no posean las bendiciones divinas de la salvación. Pueden perder su sentimiento de consolación, pero el Dios de la consolación permanece como su padre celestial. Los creyentes pueden perder su gozo, pero esto no es nada cuando es comparado con las bendiciones eternas que no se pierden. No pueden perder su unión con Cristo, su justificación, su adopción, su herencia eterna, el amor de Dios, etc.. En otras palabras, aunque los creyentes no siempre se sientan felices no dejan de pertenecer al Señor; no pueden dejar de ser hijos de Dios, no pueden dejar de tener parte en las promesas de Dios. Dios no deja de amarles.

Segundo remedio, por supuesto los creyentes dejan de sentirse felices en ocasiones, no obstante son todavía creyentes. El creyente que razona así: “No tengo consolación por lo tanto no tengo gracia. He perdido el gozo que una vez tenía. Por lo tanto mi condición no es buena y nunca fue realmente buena”. Este tipo de razonamiento no procede de Dios. Es terrenal, es diabólico; no es de arriba sino de abajo. El escritor del Salmo 42 dijo: “¿Por qué te abates oh alma mía, y te conturbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, porque él es Salvación mía y Dios mío.” (Sal 42:11) A veces los creyentes se sienten inquietos y sin embargo mientras sigan confiando en Dios son creyentes verdaderos, diga lo que diga satanás.

Tercer remedio, Es cierto que el Espíritu Santo a veces hace que los creyentes sientan el amor de Dios en una forma especial. Todos los creyentes han llegado a sentir una conciencia especial de la presencia de Dios en diferentes ocasiones. Sin embargo, para la mayoría de los creyentes ésta no es una bendición constante o cotidiana. Algunos creyentes experimentan un gozo especial cuando por primera vez llegan a conocer a Dios. Es de esperarse que sea así pues acaban de pasar de las tinieblas a la luz, del peligro a la seguridad. La emoción o el sentimiento fuerte de felicidad y bienestar no continuará para siempre así. Puede debilitarse y desvanecerse, no obstante mientras sigan confiando en el Señor Jesucristo, todo está bien. No importa como se sientan.

Cuarto remedio, también Dios, inevitablemente les volverá a traer los sentimientos de gozo y de paz. Los creyentes pueden tener un periodo de infelicidad, pero Dios normalmente no deja a su pueblo permanecer mucho tiempo en un estado semejante. El amor de Dios está obrando para su bien y a su tiempo Dios les hará sentir nuevamente ese amor. Los creyentes deben esperar pacientemente hasta que la paz y el gozo de Dios regresen y entonces gozarán nuevamente de esta bendición y fortaleza de Dios. Dios no quiere que sus hijos permanezcan desanimados y tristes. Satanás miente cuando dice a los creyentes, que por el hecho de no sentirse como antes no son creyentes verdaderos.

 

2

- El diablo inquieta a los creyentes recordándoles qué tan frecuentemente han caído en los mismos pecados a los cuales anteriormente habían renunciado. Esta es una triste realidad que inquieta la conciencia del creyente y le hace dudar de su salvación. El hecho de volver a caer en los mismos pecados puede provocar muchos temores y dudas en el alma del creyente. Inevitablemente da una ventaja al enemigo y hace que el creyente no sea tan ferviente ni tan constante en su servicio a Dios.

En primer lugar, la Biblia enseña que los creyentes verdaderos pueden caer una y otra vez en los pecados de los cuales se han arrepentido. Los creyentes han sido librados del control y el dominio del pecado. Están libres del amor del pecado, libres de la condenación del pecado, pero no están libres del poder de cada pecado en particular. Ciertos pecados moran todavía en el creyente y le afectan, pero no le pueden destruir. Los creyentes son propensos a caer en los mismos pecados, debido a que la raíz de cada pecado está todavía en ellos. Como el fuego no está apagado completamente, no debemos suponer que es imposible que arda nuevamente. Dios no ha prometido que los creyentes estarán completamente libres del pecado. (De otro modo ya serían perfectos.) Aunque su arrepentimiento ha sido profundo y lo más sincero posible, puesto que las gracias espirituales son todavía débiles y la mortificación incompleta, no debemos sorprendernos de que vuelvan a caer. Los creyentes más destacados de la biblia a menudo volvieron a caer una y otra vez en los mismos pecados. Por ejemplo, Abraham, David y Pedro cayeron varias veces en los mismos pecados. Aun las bendiciones más grandes y las experiencias más dulces del amor de Dios no son una barrera suficientemente fuerte para evitar las caídas. No debemos pensar que por el hecho de caer en el mismo pecado uno ya no sea creyente verdadero. Debemos señalar que es raro que Dios permita que alguno de sus hijos caiga en un pecado grave. La gracia de Dios no dejará que los creyentes sean esclavizados nuevamente por el pecado.

 

3

- El enemigo les dice a los creyentes que no son cristianos genuinos por ser tentados tan frecuentemente. 

Esto no es verdad; el ser tentado no es pecado. Todos los creyentes son tentados, y las escrituras indican que los mejores y más amados creyentes son los que más han sido tentados por satanás. No solo David, Job, Pedro, sino Cristo mismo, el amado del Padre, fue tentado severamente. Si estos, los más eminentes y destacados creyentes que han vivido en la tierra fueron tentados, entonces ningún creyente debe juzgarse como no amado por ser tentado. Las pruebas y las tentaciones son parte esencial de la vida de cada creyente. De hecho las tentaciones pueden convertirse en medios de bendición. Las tentaciones nos pueden enseñar el poder del pecado, nuestra propia debilidad, nuestra necesidad de la continua ayuda de Dios. Las tentaciones no hacen daño a los creyentes si las resisten; lo que les hace daño es ceder ante ellas.

Satanás es un enemigo envidioso y malicioso. Tal como sus nombres, así es su persona: el acusador, el tentador, el destructor, el enemigo, el hombre fuerte, etc. Le gusta tentar a los hombres con los pecados que les traerán honor o ganancias: “Todo esto te daré, si postrado me adorares.” (Mat.4:9) A veces manifiesta su malicia tentándonos a cometer pecados que antes no hacíamos o a cometer los mismos pecados que abominamos en otros. Es nuestro honor y la más alta sabiduría que resistamos a satanás al inicio de las tentaciones. “Quítate de delante de mí satanás.” (Mat.16:23)

Martín Lutero aconsejaba a los creyentes que cuando fueran tentados respondieran al diablo con estas palabras, “Yo soy un creyente.” Satanás siempre tratará de tentar a los creyentes.

Los siguientes motivos nos pueden ayudar a resistir las tentaciones del diablo: el amor de Dios, el honor de Dios, la unión y la comunión con Dios, la sangre de Cristo, la muerte de Cristo, la bondad de Cristo, la intercesión de Cristo y la gloria de Cristo. Además el creyente puede encontrar motivos en la morada del Espíritu, la voz del Espíritu, el consuelo del Espíritu, la ayuda del Espíritu y el testimonio del Espíritu Santo. También el creyente puede encontrar múltiples motivos para resistir la tentación en estos: la gloria del cielo, la excelencia de la gracia, la belleza de la santidad, el valor del alma, la amargura y la maldad del pecado, etc.

 El PECADO más pequeño posee más maldad que la TENTACIÓN más grande del mundo.

Satanás moldeará sus tentaciones de acuerdo a las inclinaciones y el carácter de cada persona. Si son personas dotadas y muy capacitadas, serán tentadas a la autosuficiencia y la presunción. Si son personas temerosas e inseguras, les tentará a la preocupación y la ansiedad. Aquellos de conciencia sensible les tentará a preocuparse por cada detalle y cada cosa que hacen, por muy insignificante que sea. Si son personas flexibles, serán tentados a la inconstancia y a comprometerse  indebidamente. Si son personas orgullosas, serán tentadas a la obstinación y la necedad, etc. El conocernos a nosotros mismos puede ayudarnos mucho a resistir las tentaciones del enemigo. No debemos olvidarnos de que, el ser tentado no es lo mismo que pecar.

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