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miércoles, 3 de abril de 2024

Remedios Preciosos Contra Las Artimañas Del Diablo - Tomás Brooks

 Capítulo 15

         Satanás ataca a los creyentes de acuerdo a su posición económica y a su clase social. Algunos creyentes son pobres y otros son ricos, algunos son poderosos y otros débiles, algunos muy famosos y otros desconocidos. Cada posición en la vida en la cual se desenvuelven los creyentes tiene sus peligros y tentaciones particulares. Satanás tienta a algunos creyentes en ciertas maneras especiales. Tiene sus tentaciones especiales para los ricos y los poderosos y otras tentaciones que utiliza en contra de los pobres. En este capítulo tocaremos algunas maneras especiales en que satanás ataca a los creyentes poderosos, influyentes y a los pobres.

Primera estrategia👿: Satanás trata de que los creyentes piensen que deben tener más éxito, deben ser más influyentes, que deben ser más conocidos, que logren obtener más dinero. Satanás quiere que los creyentes piensen tanto en elevar su nivel de vida, que se olviden de Dios. Satanás siempre ha usado esta táctica para distraer a los creyentes. El apóstol Pablo reconoció esta táctica del enemigo cuando dijo, “todos buscan lo suyo propio y no lo que es de Cristo Jesús.” (Fil.2:21) Esto es muy triste y debe servirnos de advertencia acerca del preocuparnos tanto por nosotros mismos que ya no nos importe servir a Dios ni ayudar a los otros creyentes.

💊Primer remedio contra esta táctica es el fijarnos bien en cómo esta mentalidad conduce a un sinnúmero de pecados contra la ley de Dios y contra el evangelio. El buscar tener cada vez más dinero, más poder, más influencia, es dañino. Inevitablemente corrompe el alma. Los que quieren más dinero y más posesiones, son conducidos a servir a la criatura más que a Dios. Muy pronto estarán dispuestos a hacer o decir cualquier cosa, simplemente para conseguir más de lo que otros tienen. Muy fácilmente se vuelven personas deshonestas y comienzan a hacer daño a las personas que son más pobres o más débiles que ellos. El carácter de uno es afectado y su vida espiritual debilitada. Es sorprendente que tan pronto algunas personas son desviadas por el afán de esta vida y el engaño de las riquezas. (Mat.13:22)

💊💊Segundo remedio, no sorprenderse de que Dios se oponga a los que buscan grandes cosas para sí mismos. El décimo mandamiento prohíbe la codicia. En Colosenses 3:5 Pablo dice que la avaricia es idolatría. También en 1Tim.6:8-10 dice, “Así que teniendo sustento y con que cubrirnos, seamos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden a los hombres en perdición y muerte. Porque el amor del dinero es la raíz de todos los males: El cual codiciando algunos se desviaron de la fe y fueron traspasados de muchos dolores.” Dios advierte a su pueblo acerca de buscar el dinero, las posesiones o el poder, simplemente por poseerlos. Frecuentemente los que buscan estas cosas se destruyen a sí mismos, y la Biblia nos da muchos ejemplos de los que se destruyeron de esta manera. Por ejemplo, Judas, Demas, Balaam, Faraón, Giezi, Amán, Acab, etc.

💊💊💊Tercera medicina, debemos imitar el ejemplo de los que han hecho bien a otros en lugar de buscar todo para nosotros mismos. Tales personas son el ejemplo a seguir para los creyentes. Cristo es el ejemplo más grande de hacer el bien a otros. Aunque poseía todo poder siendo el glorioso Hijo de Dios, se despojó a sí mismo y vino en la forma de un siervo a salvar a su pueblo llevando su pecado y sufriendo la ira de Dios en su lugar. No puede haber un ejemplo más grande de auto-negación para el bien de otros. “No mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada cual a lo de otros.” (Fil.2:4) Solamente así podremos verdaderamente prosperar.

💊💊💊💊Cuarto fármaco, no importa si somos pobres o ricos, debemos tomar muy en serio las palabras del apóstol Pablo cuando dijo, “he aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé estar humillado y sé estar en abundancia: por todo y en todo estoy enseñado, así para hartura como para hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.” (Fil.4:11-12) Es necesario comprender que la codicia y el egoísmo son pecados que afectan al pobre y al rico, al rey y al siervo, al general y al soldado. Entonces, no olvidemos la pregunta que Jehová hizo a Baruc, el sirviente de Jeremías: “¿Y tú buscas para ti grandezas? No las busques...” (Jer.45:5)

Segunda estrategia👿: Está dirigida hacia aquellos que tienen ciertas capacidades, habilidades o preparación. El enemigo les tienta a enorgullecerse de sus capacidades y a confiar en ellas. Frecuentemente caen en el pecado de menospreciar a aquellos que tienen menos capacidades o poca preparación.

 Primer antídoto: Siempre guardar en mente que nuestras habilidades, nuestra inteligencia y nuestra educación son dones a préstamo. Son dones pertenecientes a Dios. El apóstol Pablo dijo a los creyentes en Corinto que no se envanecieran unos contra otros, preguntándoles, “¿Quién te distingue? o ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿De qué te glorias como si no lo hubieras recibido?” (1Cor.4:7)

              
 Segundo antídoto: Recordar cómo muchos que han confiado en sus capacidades y habilidades han terminado en ruina. Muchos han sufrido por creer que sabían mucho, aún más que Dios. Los escribas y los fariseos son ejemplos de ello. No hay nada que le provoca más a Dios a abandonar a una persona como la vana confianza en sí mismo. La miseria nunca está lejos de la puerta de aquel hombre que descanse en algo distinto de la gracia de Cristo. Con frecuencia Dios les deja a sus propios recursos a los que confían en su propia fuerza y capacidad. Muchos se han desencaminado por confiar en su propia sabiduría. “Fíate de Jehová de todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia... no seas sabio en tu opinión.” (Prov.3:5-6)

Tercer antídoto: Reconocer que hay muchos creyentes que aunque posean menos habilidad, sin embargo tienen más gracia y son más santos. Puede haber y frecuentemente ocurre así, que los que tienen muchas habilidades y capacidades, tienen muy poca gracia o ninguna. Por otra parte, es común que uno tenga mucha gracia y pocos dones. Usted puede tener muchas habilidades y mucho conocimiento, mientras que otros se han adelantado en su comunión con Dios, en su dependencia de Dios, en su amor para con Dios y en su andar con Dios.

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