"...al vencedor...", (Apocalipsis 2:7)
Sin la guerra la vida es imposible, tanto en la esfera de lo natural como en la de lo sobrenatural. Es un hecho que
existe una lucha continua en las áreas física, mental, moral y espiritual de nuestras vidas.
La salud es el equilibrio entre las partes físicas de mi cuerpo y todas las circunstancias y fuerzas que
me rodean. Mantengo buena salud cuando poseo la suficiente fuerza interior para enfrentar las vicisitudes externas. Todo lo que está afuera de mi vida física tiene el propósito de aniquilarme. Los
mismos elementos que me sostienen cuando estoy vivo, obran para descomponer y desintegrar mi cuerpo
cuando muero. Si tengo suficiente fuerza interior para luchar, produzco el equilibrio que exige la buena
salud. En la vida mental esto también es cierto. Si quiero sostener una vida mental fuerte y activa, debo
combatir. Esta lucha produce el equilibrio mental denominado pensamiento.
En el área moral sucede lo mismo. Todo lo que moralmente no me fortalece es un enemigo de la virtud en
mí. Del nivel de excelencia moral en mi vida depende que yo pueda vencer y producir la virtud.
Debemos luchar para ser rectos. La alta moral no se produce por accidente; las virtudes morales se
adquieren.
En el ámbito espiritual ocurre lo mismo. Jesús dijo: "...En el mundo tendréis aflicción"... (Juan 16:33).
Esto significa que todo lo que no es espiritual, me arruina. Jesús continuó diciendo: "...Pero confiad, yo
he vencido al mundo. Debo aprender a desechar lo que se me opone, y de esta manera producir el
equilibrio de la santidad. Entonces, enfrentar la oposición se convierte en un gozo.
La santidad es el equilibrio entre mi naturaleza y la ley de Dios, como se expresó en Jesucristo.
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