"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad", (2 Timoteo 2:15)
Si no te puedes expresar bien sobre cada una de tus creencias, trabaja y estudia hasta que lo logres. Sino
lo haces, otros pueden perder las bendiciones que trae el conocimiento de la verdad. Esfuérzate por
decirte a ti mismo de manera clara y comprensible alguna verdad de Dios, pues Él la usará cuando
compartas con otros. Pero debes estar dispuesto a pasar por el lagar de Dios donde se exprimen las uvas.
Debes trabajar, experimentar y practicar tu expresión oral para predicar la verdad de Dios con claridad.
Después llegará el momento cuando esa misma expresión será el vino del Señor que fortalezca a otra
persona. Pero si por pereza dices: "No voy a estudiar ni a trabajar para tratar de expresar esta verdad con
mis propias palabras; simplemente copiaré lo de otro", lo que comuniques no te será útil a ti, ni a nadie.
Cuando te repites a ti mismo lo que crees que es la absoluta verdad de Dios, le das a Él la oportunidad de
transmitirla a los demás por medio de ti.
Ten por costumbre exigirle a tu mente que profundice en lo que has creído con facilidad. El tema no será
realmente tuyo hasta que lo hagas tuyo por medio del esfuerzo y el estudio. El autor u orador de quien
más aprendes no es aquel que te enseña algo desconocido, sino el que te ayuda a entender la verdad con la
que has estado luchando en silencio, el que la expresa clara y audazmente.
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