"Caminó, pues, Enoc con Dios..." Génesis 5:24
La verdadera prueba de la vida espiritual de una persona y de su carácter no es lo que hace en los tiempos
excepcionales de su vida, sino lo que hace en los tiempos comunes y corrientes, cuando no ocurre nada
asombroso ni excitante. El valor de una persona se revela por su actitud hacia lo común, cuando no se
encuentra delante de las luces del teatro (ver Juan 1:35-37). Acomodarse y mantenerse al paso de Dios es
un asunto doloroso que implica recobrar energías espirituales. Al aprender a caminar con Él, siempre
tenemos la dificultad de acomodarnos a su paso. Pero cuando por fin lo logramos, la única característica
evidente es su vida. El individuo desaparece por su unión personal con el Señor y sólo se manifiestan el
paso y el poder de Dios.
Es difícil ajustamos al ritmo de Dios, porque cuando comenzamos a caminar con Él, encontramos que
antes de haber dado tres pasos Él ya se nos ha adelantado. Como Dios tiene diferentes formas de hacer las
cosas, debemos entrenarnos y disciplinarnos en sus métodos. Se dijo de Jesús: "No se cansará ni
desmayará", Isaías 42:4, porque nunca actuó según su propio punto de vista, sino siempre de acuerdo con
la perspectivas de su Padre. Nosotros debemos aprender a hacer lo mismo. La verdadera espiritualidad se
aprende por el ambiente que nos rodea, no por el razonamiento. El Espíritu de Dios cambia la atmósfera
de nuestra forma de mirar las circunstancias y éstas comienzan a ser posibles como nunca antes.
Acomodarse al paso de Dios significa estar unidos con Él, y nada menos que eso. Aunque alcanzarlo toma
mucho tiempo, persevera en ello. No te desanimes debido a que el dolor es agudo en este momento.
Persevera y pronto hallarás que tienes una nueva visión y un nuevo propósito.
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