"Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?", Juan 11:40
Siempre que seas osado en la vida de fe, hallarás en las circunstancias algo que va a contradecir por
completo tu fe, desde un punto de vista racional. Pero el sentido común no es fe y la fe no es sentido
común. De hecho, son tan diferentes como la vida natural y la espiritual. ¿Puedes confiar en Jesucristo
cuando tu sentido común no puede confiar en Él? ¿Puedes lanzarte heroicamente y confiar en las
afirmaciones de Jesucristo cuando los hechos de tu vida, según tu sentido común gritan que todo es una
mentira? Cuando estás en la cima es fácil decir: “Oh, sí creo que Dios puede hacerlo”. Pero debes
descender al valle del endemoniado y enfrentarte con los hechos que se ríen irónicamente de toda tu “fe
del monte de la transfiguración” (ver Lucas 9:28-42). Cada vez que mentalmente comprendo con claridad
mi teología, enfrento algo que la contradice. Tan pronto digo: “Creo que Dios suplirá todas mis
necesidades”, mi fe se pone a prueba. ¿Perseveraré mientras mi fe es probada, o retrocederé derrotado
cuando mi fuerza y mi visión se agotan?
La fe debe ser puesta a prueba debido a que solamente por medio del conflicto se convierte en una
posesión personal. ¿Contra qué se enfrenta tu fe en estos momentos? Existen dos posibilidades: la prueba
demuestra que tu fe está bien fundamentada o la acabará. Jesús dijo: "Bienaventurado es el que no halle
tropiezo en mí", Mateo 11:6. La virtud esencial es la confianza en Jesús. Cree firmemente en Él y todo lo
que se levante en contra, fortalecerá tu fe. Somos probados en la vida de fe hasta el momento de nuestra
muerte física, la cual incluso es la última gran prueba. La fe es confianza total en Dios, una confianza que
nunca nos permitirá siquiera imaginar que Él nos desamparará.
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