"Pero después apareció en otra forma a dos de ellos", Marcos 16:12
Ser salvo y ver a Jesús no es lo mismo. Muchos que nunca lo han visto han recibido la gracia de Dios y
han participado de ella. Pero cuando tú lo veas, jamás podrás ser el mismo; otras cosas no te atraerán
como lo hacían antes.
Siempre debes distinguir entre quién ves que es Jesús y lo que Él ha hecho por ti. Si sólo ves esto último,
no tendrás a un Dios lo suficientemente grande. Pero si has tenido una visión de Jesús tal como Él es, las
experiencias podrán ir y venir, pero tú te vas a mantener firme como viendo al Invisible (Hebreos 11:2).
El ciego de nacimiento no sabia quién era Jesús hasta que se le apareció y se le reveló (ver Juan 9). Jesucristo se les aparece a aquellos por los cuales ha hecho algo, pero no podemos ordenarle cuándo, o
predecirlo. Él puede aparecer de repente, en cualquier momento. Entonces podrás exclamar: "¡ahora lo
veo!"
Jesús debe aparecérsele a un amigo tuyo y a ti individualmente. Nadie puede ver a Jesús con tus ojos.
Cuando uno lo ha visto y el otro no, ocurre una separación en la relación. No puedes llevar a tu amigo al
punto donde lo pueda ver; Dios debe hacerlo.
¿Ya viste a Jesús? Si es así, querrás que otros lo vean también. Ellos fueron y lo hicieron saber a los otros;
y ni aun a ellos les creyeron (Marcos 16:13). Pero debes hablar aunque ellos no crean.
¡Oh, si pudiera contártelo, de seguro creerías!
¡Oh, si tan sólo pudiera decir lo que yo he visto!
¿Cómo he de contarlo o cómo puedes recibirlo,
cómo, mientras Él no te lleve al lugar donde yo he estado?
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