"Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado", Romanos 6:6
Crucifixión con Él. ¿Ya tomaste la siguiente decisión con respecto al pecado: que debe morir
completamente en ti? Se necesita mucho tiempo para llegar a una decisión moral acerca del pecado. Sin
embargo, cuando decides que debe morir en ti, es el momento más grande de tu vida. No simplemente
refrenarlo, reprimirlo o contrarrestado, sino que muera crucificado, de la misma manera como Jesucristo
murió por el pecado del mundo. Nadie puede llevar a otra persona a esta decisión.
Podemos estar mental y espiritualmente convencidos, pero lo realmente necesitamos es llegar a la
decisión a la que Pablo nos exhorta en este pasaje.
Anímate, toma un tiempo a solas con Dios y adopta esta importante determinación. Dile: "Señor,
identifícame con tu muerte hasta que sepa que el pecado está muerto en mí". Toma la decisión moral de
que el pecado en ti debe morir.
Esta no era una expectativa divina del futuro por parte de Pablo, sino una experiencia muy radical y definitiva
en su vida. ¿Estás preparado para permitir que el Espíritu de Dios te examine hasta que sepas cuál es el nivel y
la naturaleza del pecado en tu vida, o sea, qué cosas en ti luchan contra el Espíritu de Dios? Si tu respuesta es
afirmativa, entonces ¿vas a estar de acuerdo con el veredicto de Dios sobre la naturaleza pecaminosa: que
se debe identificar con la muerte de Jesús? No puedes considerarte muerto al pecado (Romanos 6:11), a
menos que hayas enfrentado radicalmente delante de Dios este asunto de tu voluntad.
¿Ya participaste del glorioso privilegio de ser crucificado con el Señor hasta que todo lo que quede sea la
vida de Cristo en tu carne y sangre? "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas
Cristo en mí", Gálatas 2:20.
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