"¡Levantaos, vamos!" Mateo 26:46
En el huerto de Getsemaní los discípulos se fueron a dormir cuando debieron haberse quedado despiertos;
y una vez que comprendieron lo que habían hecho, se sintieron desesperados. El sentimiento de haber
hecho algo que no se puede corregir tiende a desesperarnos y decimos: "Bueno, ya no hay nada que hacer,
es inútil intentarlo de nuevo". Si pensamos que esta clase de desesperación es excepcional, estamos
equivocados. Se trata de una experiencia muy común del ser humano. Siempre que nos damos cuenta de
que hemos desaprovechado una magnífica oportunidad, fácilmente nos hundimos en la desesperación. Sin
embargo, Jesús se acerca a nosotros y nos dice con amor: “Duerme ya. Esa oportunidad se perdió para
siempre y eso no lo puedes cambiar. Pero, levántate y hagamos lo que sigue”. En otras palabras, deja que
el pasado duerma, pero que repose en el dulce abrazo de Cristo. Y continuemos hacia ese inexorable
futuro con Él.
En las vidas de cada uno de nosotros se presentan experiencias similares. Vamos a sufrir períodos de
desesperación causados por situaciones reales y no podremos salir de ellos. En este caso, los discípulos
habían hecho algo completamente inexcusable: Se durmieron en lugar de velar con Jesús. Pero nuestro
Señor, tomando la iniciativa espiritual en contra de su desesperación, se les acercó y les dijo: "Levántense
y hagan lo que sigue”. Si somos inspirados por Dios, ¿qué es lo siguiente? Confiar totalmente en Él y orar
partiendo del fundamento de su redención.
Nunca permitas que el sentimiento de haber fracasado eche a perder tus acciones futuras.
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