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Fíjese usted en que se enfatiza la
gloria en estos versículos. Este es el principio secreto por el cual
alcanzamos la gloria, que es algo que todos anhelamos. Todos deseamos que
otras personas tengan un elevado concepto de nosotros, y es a esto a lo que
se refiere Jesús. El secreto de obtener la gloria es entregarse usted a sí
mismo, es perderse. Él está esperando con anhelo la cruz, que se convirtió en
una certidumbre al momento en que Judas se marchó de la habitación y Jesús
dijo: “Ahora (ante la certidumbre de la cruz) es glorificado el Hijo del
hombre”. Fíjese usted en tres
manifestaciones de la gloria mencionadas en esta frase. Primero, Jesús es
glorificado en la cruz, y en la cruz el carácter interno de Jesús se hace
visible. Juan dice: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno
de gracia y de verdad; y vimos su gloria, gloria como del unigénito del
Padre” (1:14). Toda esa gracia y verdad se hace visible en la cruz. En segundo lugar, Dios se glorificó
en Jesús, porque la cruz revela también al Padre. Ha surgido la extraña idea
entre los cristianos de que Jesús es el que sufre como inocente, aplacando la
ira de un Dios furioso que está dispuesto a golpear a la humanidad, pero ese
no es el punto de vista bíblico. La Biblia dice: “Dios estaba en Cristo
reconciliando consigo al mundo” (2 Corintios 5:19a). En este versículo ve
usted la misericordia, el amor y la gracia del Padre. En tercer lugar, Dios le
glorificará de nuevo y lo hará de inmediato. Aquí Jesús está pensando acerca
de Su resurrección, y nuestro Señor está declarando un gran principio: ¿Cómo
puede usted alcanzar la gloria? ¿Cómo logra usted el cumplimiento que está
usted de manera muy legítima deseando? La respuesta es morir, “porque todo el
que quiere salvar su vida la perderá, y todo el que pierda su vida por causa
de mí, la hallará” (Mateo 16:25). Y justo detrás de la muerte está la
resurrección. Pedro lo expresa de una manera muy precisa en su primera
epístola: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os
exalte a su debido tiempo” (5:6). Nosotros luchamos con esto,
debatiéndonos por alcanzar el lugar más elevado. Nos dejamos llevar por la
sospecha y astucia los unos con los otros. De modo que ¿cómo puede usted
perder su vida? ¿Cuál es el poder que puede hacer que esté usted dispuesto a
tirarlo todo por la borda? Es por eso que añade Jesús: “Un mandamiento nuevo
os doy: Que os améis unos a otros, como yo os he amado, que también os améis
unos a otros” (Juan 13:34). Ese es el poder que hace posible el sacrificio.
La clave es la frase: “como yo os he amado”. Ese es el secreto. Es preciso
que nuestro amor tenga su origen en Su amor por nosotros. Nosotros debemos tomar de Su amor por nosotros. Hemos de depender de Su amorosa aceptación a
fin de que podamos alcanzar con amorosa aceptación a otros cerca de nosotros,
tanto si son personas agradables como si no lo son. Señor, veo la aparente paradoja de
que la gloria se encuentra en el amor sacrificial. Ayúdame a permanecer en
Tu amor a fin de que pueda someter mi voluntad a Ti y amar a otros con el
amor que Tú me has dado. |
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Aplicación a la vida |
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¿Cuál es el secreto de la gloria?
¿Cómo conseguimos sentirnos personalmente realizados en cuanto a lo que
legítimamente deseamos? |
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Versículo para hoy:
miércoles, 8 de julio de 2020
8 de julio - El secreto de la gloria - Ray Stedman
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