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Puede haber poca duda de que en
este pasaje Jesús está deliberadamente haciendo uso de una parábola para
instrucción de Sus discípulos. Está dramatizando ante ellos la verdad de Su
propio ministerio, de Su propia misericordia redentora. Les está enseñando
por este medio lo que ha venido a realizar en el mundo. Usted puede seguirle
la pista al paralelo en los sucesos de los cuales deja constancia Juan:
Primero, Jesús se levantó de la cena, de la misma manera que con anterioridad
se había levantado de Su trono de gloria. A continuación puso a un lado sus
prendas. Pablo nos dice que dejó a un lado Su gloria cuando vino al mundo en
un estado encarnado, pero además tuvo que dejar a un lado el ejercicio de Su
propia deidad. No vino para actuar como Dios, sino que vino a actuar como un
hombre en el cual mora Dios (ver Filipenses 2:5-11). Y Jesús se envolvió con una toalla,
de la misma manera que Pablo dice que “se despojó a sí mismo, tomó la forma de
siervo y se hizo semejante a los hombres. Mas aún, hallándose en la condición
de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y
muerte de cruz” (Filipenses 2:7-8). De manera que aquí se humilla a Sí mismo,
representando el papel de un esclavo, colocando una toalla a Su alrededor. A
continuación “puso agua en una vasija”, de la misma manera que unas pocas
horas después habría de derramar Su propia sangre en la muerte, la sangre que
serviría para limpiar la suciedad humana, la culpa humana de todas clases y
orígenes. De manera que puso agua en una vasija como una imagen de eso. A continuación “comenzó a lavar los
pies de sus discípulos y a secarlos con una toalla con que estaba ceñido”, lo
cual es una imagen del acto mismo de aplicar la limpieza de Su propia sangre
a las vidas humanas. Y si salta usted al versículo 12, se encontrará con el
final de la parábola: “Así que, después que les lavó los pies, tomó su manto,
volvió a la mesa”, de la misma manera que el escritor de Hebreos deja constancia
de esto para nosotros: “habiendo efectuado la purificación de nuestros
pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las
alturas” (Hebreos 1:3). Por lo tanto, tenemos esta extraordinaria y preciosa
parábola explicada para nosotros, enseñándonos el significado de todo el
ministerio de Jesús. Señor, me siento verdaderamente
asombrado ante Tu amor por mí. Te doy gracias por levantarte de Tu trono de
gloria, dejando de lado el ejercicio de Tu propia deidad, adoptando forma de
siervo, derramando Tu sangre y volviendo a ocupar Tu lugar a la diestra del
Padre. |
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Aplicación a la vida |
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¿Qué significa servir humildemente
con un corazón de siervo? ¿Cómo estamos poniendo en práctica la asombrosa
palabra del discipulado de Jesús en nuestras vidas? |
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Versículo para hoy:
jueves, 2 de julio de 2020
2 de julio - El drama de la redención - Ray Stedman
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