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¡Estos versículos son una promesa
sorprendente! Con frecuencia los leemos sin prestar la debida atención al
contexto y nos sentimos dominados por las tremendas posibilidades de esas
palabras: “todo lo que pidáis”. Por eso los cristianos superficiales se
emocionan y dicen: “¡Qué gran promesa! Puedo tener el coche nuevo que siempre
había deseado”. Pero Santiago nos recuerda: “Pedís, pero no recibís, porque
pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (4:3). Existe una importante limitación
respecto a esta promesa: “en mi nombre”. De nuevo, con un enfoque superficial
sobre estas ideas de las Escrituras, algunas personas creen que han cumplido
esto cuando añaden al final de la oración: “Pedimos esto en el nombre de
Jesús”, como una especie de fórmula mágica, ¡como si estuviesen frotando la
lámpara de Aladino para que el “genio” de Dios apareciese de repente e
hiciera lo que le pidiésemos! Yo no tengo objeción alguna a que
las personas añadan estas palabras a sus oraciones. Pero hay muchas oraciones
a las que se les añaden estas palabras al final que no se hacen en el nombre
de Jesús ni mucho menos. ¿Qué significa entonces “en el nombre de Jesús”? Yo
había creído que orar en el nombre de Jesús significaba orar pidiendo
aquellas cosas que Él quiere que realicemos y significa eso, pero yo creía
que podíamos orar para evitar ciertas cosas y para conseguir otras y que
poseíamos la habilidad de poder controlar de alguna manera el proceso
mediante el cual estas cosas sucedían. “En el nombre de Jesús” significa orar
en Su lugar. Orar en el nombre de Jesús quiere decir estar en el lugar de
Jesús. ¿Y dónde estaba Jesús cuando dijo estas palabras? Mirando a la cruz,
enfrentándose con el final, con el aparente colapso y fracaso de Su obra y
todo Su programa. Pero Él sabía que más allá de la
cruz estaba la resurrección y que nunca podría tener lugar ese nuevo comienzo
si primero no había un final de todo lo que los demás veían y esperaban. Si
estos discípulos estaban pidiendo algo en oración, oraron pidiendo que de
alguna manera Él no tuviese que ir a la cruz, pero Jesús sabía que tenía que
suceder. Y orar en el nombre de Jesús significa que acepta usted el proceso
de Dios, el proceso mediante el cual hace que las cosas (con frecuencia)
fracasen totalmente. ¡Pero ese no es el final de la historia! Más allá está
la resurrección y un nuevo principio de una calidad tan diferente que la
mente llega a un éxtasis de gozo al contemplarlo. Eso es lo que significa
orar en el nombre de Jesús. Ese es el motivo por el cual con
frecuencia nos parece como si Dios estuviese esperando hasta el último
momento para contestar a nuestra oración. Es por ello que no detiene el
proceso mucho antes de que aparezca el sufrimiento y el dolor, sino que deja
que siga hasta la muerte, y de la muerte se produce la resurrección. Y orar
en el nombre de Jesús significa que usted consiente a este proceso y que es
usted consciente de que la oración no es sencillamente un escudo para evitar
que sucedan ciertas cosas. La oración es además la acción de confiar en la
aparición del final, el colapso y el fracaso. Pero ese no es nunca el final
de la historia; la vida solo aparece como resultado de la muerte. Padre, te doy gracias porque Tú me
enseñas una y otra vez a lo largo de la vida que Tú nunca te vas a desviar de
Tu proceso. Permíteme que pueda consentir con gozo a ese proceso a fin de que
yo pueda ver cómo Tú produces vida de la muerte. |
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Aplicación a la vida |
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¿Qué significa orar en el nombre de
Jesús? ¿Cómo podemos al mismo tiempo esperar y vivir actualmente una vida
llena de gozo cada día? |
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Versículo para hoy:
martes, 14 de julio de 2020
14 de julio - En Su nombre - Ray Stedman
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