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Pablo se refiere a este poderoso
acto de fe en Romanos 4. Nos recuerda que Abram creyó a Dios antes de haber
sido circuncidado, es decir, antes de haber tenido una garantía continua de
que Dios haría lo que había dicho. Pablo infiere de esto que la aceptación
anterior no tiene nada que ver con la circuncisión, como estaban insistiendo
los judíos. Pablo dijo que cuando Abram oyó a Dios decir: “Así serán tus
descendientes”, que elevó los ojos a las estrellas y vio su inmensidad y su
multitud y se relajó, descansando en fe en el poder de Dios. Si concentramos nuestro examen en
la fe de Abram, vamos a perdernos el punto de toda esta cuestión. Hay un
sentido en el que concedemos demasiada importancia a estos hombres de la
antigüedad y a su fe. “¡Qué grandes hombres de fe!” decimos: “¡Qué tremendo
creer en Dios en contra de toda la evidencia de las circunstancias que nos
rodean! ¡Si tan solo tuviésemos una fe así, nosotros podríamos hacer las
cosas que ellos hicieron!” Entonces comparamos nuestra débil fe con la suya e
intentamos despertar un sentimiento de fe en nuestro interior hasta que nos
convertimos en hipocondríacos espirituales, tomándonos constantemente la
temperatura espiritual y sintiendo nuestro pulso espiritual. Es realmente
cierto que cuando Dios vio la fe de Abram, le fue contada por justicia, pero
también es verdad que, cuando Abram vio a Dios, consideró que Él podía
realizar lo que había prometido, de manera que pudo descansar su fe en la
suficiencia de Dios. ¿Qué fue lo que hizo que la fe de
Abram fuese tan fuerte? La respuesta es que no se detuvo a pensar en la
dificultad tanto como a pensar en Aquel que lo había prometido. Su vista no
se estaba fijando en los problemas, sino en el que lo había prometido. Cuando
vio la grandeza de Dios, el poder y la majestad manifestada ante él aquella
noche de verano, se dijo a sí mismo: “Poco importa como yo me sienta o las
dificultades que pueda haber. El Creador de esa multitud de estrellas es
perfectamente capaz de darme un número igual de descendientes”. Así que leemos esta gran frase:
“Creyó a Jehová y le fue contado por justicia”. Esto no significa que este
fuese el primer momento en que fue considerado justo ante Dios; es decir, no
es este el momento de su regeneración espiritual. El libro de Hebreos deja
claro que, cuando se marchó de Ur de los Caldeos en respuesta al mandato de
Dios, su fe en obediencia le fue acreditada como justicia. Este incidente
bajo las estrellas es sencillamente un caso de entre muchos que ilustra la
manera en que Dios acredita justicia a la persona que cree. Abram creyó a
Dios respecto a la promesa de un hijo que habría de tener y le fue contado
por justicia por la fe. Hoy somos exhortados a creer en
Dios respecto al Hijo que ya ha venido y cuando cesamos de nuestras propias
obras y descansamos con una dependencia como personas impotentes, descansando
en el Hijo viviente, también a nosotros eso nos es contado por justicia por
la fe. Y el acto de fe que primeramente nos introduce al poder de Dios
ejercitado a nuestro favor debe convertirse en una actitud de fe que gobierna
cada momento de nuestra vida. Padre, enséñame la locura que es
depender de mí mismo y la gloria de depender de Ti. En cada momento de temor,
guíame a acudir a Ti, contando con Tu promesa de ser mi escudo y mi recompensa. |
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Aplicación a la vida |
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¿Estamos nosotros depositando
nuestra fe en nuestra fe? ¿Reconocemos nuestra fe como el ojo a través del
cual vemos el carácter y la calidad de Dios mismo? |
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Versículo para hoy:
lunes, 8 de junio de 2020
8 de junio - Una fe que conquista el temor - Ray Stedman
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