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Cuando Abraham le devolvió su hijo
a Dios, Él le dijo que la promesa del fruto se cumpliría de inmediato. Los
ríos de aguas vivas empezarían ahora a fluir de él para bendecir a todas las
naciones de la tierra, como había prometido Dios. Fue cuando Isaac regresó de
los muertos, por así decirlo, con el poder de la resurrección, que Dios dijo:
“Ahora se manifestará el fruto de tu vida”. Ni siquiera los dones que nos da
Dios tienen ningún valor hasta que no estamos dispuestos, si es necesario, a
perderlos, de manera que Dios pueda reinar sin ese rival en nuestros
corazones. Cuando tenemos que llegar al lugar al que el Espíritu de Dios
quiere llevarnos, esa relación perfecta con el Padre, cuando Dios significa
más para nosotros que cualquier otra cosa y estamos dispuestos incluso a
renunciar el don mismo que nos ha dado Dios, entonces con el poder de la
resurrección ese don se convertirá en una bendición para todas las personas a
las que toque. A todos nos han sido concedidos
dones de Dios. Tal vez le haya dado Dios a usted un talento especial, y se le
pide a usted que realice una tarea en la que es posible que no pueda usted
usar ese talento. Usted se pregunta al respecto y tal vez hasta se rebele,
pero recuerde a Abraham y devuélvaselo usted a Dios. Enfréntese usted con la
posibilidad de no poder usar ese talento, y el Dios de la resurrección tomará
ese talento y se lo devolverá a usted, convirtiéndolo en una bendición para
muchos corazones. Tal vez tenga usted un ser amado y surja una situación en
la que se vea usted obligado a separarse de esa persona, rompiendo la
relación. Esta es la lucha, pero la fe de Abraham dice que si Dios le pide a
usted que lo haga, entonces hay una bendición más allá si obedece usted. Tal
vez esté viviendo en una situación de comodidad y felicidad, pero se le
necesita a usted en otro lugar que no resulta tan agradable, y usted dice:
“Señor, ¿por qué tengo que renunciar a mi hogar y a mis relaciones que
disfruto para ir allí?” Recuerde usted sin embargo que, si Dios le llama,
debe usted de obedecer. Por encima de ese aparente
sufrimiento y muerte, se encuentra la resurrección. En la resurrección de esa
experiencia, Dios le devuelve a usted ese don, convirtiéndolo en una
bendición. ¿No es esta la historia de cada hombre y cada mujer cuya vida ha
contado jamás para Dios, que han estado dispuestos a renunciar a los aspectos
mismos que pensaban que eran lo que Dios había usado como una bendición escogida
para ellos cuando Dios les llamó? Al hacerlo así, Dios los convirtió en una
bendición. Esto puede suceder con áreas menores o áreas mayores. Este es el
principio de la cruz en todas nuestras vidas, y esto es lo que hace posible
la vida de la resurrección. Cuando da la impresión de que estamos tirando
cada situación de bendición, Dios transforma en un momento aquello mismo a lo
que renunciamos, de modo que se convierte en una experiencia que nos
recompensa y es la más significativa que jamás hayamos tenido. ¡Le desafío a usted a actuar sobre
esto! No sé cuál será el sacrificio para usted, pero sé que esto es verdad y
que Dios ha escrito este relato para que nosotros sepamos que esta es Su
manera de actuar en los asuntos de las personas. Padre, te doy gracias porque, por
encima de los grandes sufrimientos, está la resurrección. Concédeme la gracia
para actuar conforme a esta gran promesa. |
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Aplicación a la vida |
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¿Ha recibido usted alguna vez un
regalo de Dios que Él le esté pidiendo que se lo devuelva? ¿Está usted
dispuesto a que Dios tenga el control de la distribución del tiempo al usar
usted Sus dones? |
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Versículo para hoy:
jueves, 25 de junio de 2020
25 de junio - Lo que Dios devuelve - Ray Stedman
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