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Juan dice que la persona que odia a
su hermano no es cristiana, sino que “está en tinieblas” y no ha salido nunca
de ellas. Decir que se encuentra usted en la luz a pesar de que odia a su
hermano es una negativa básica de la fe. Semejante actitud de hostilidad, de
indiferencia y falta de interés hacia otra persona es señal de una vida que no
ha sido regenerada. El apóstol Juan dice que aquel que
odia a su hermano se halla en tinieblas y no sabe a dónde va. No entiende que
esto puede llevar al asesinato o a la mutilación criminal. Continúa a ciegas,
tropezando en su esfuerzo lleno de odio por hacer daño a su amigo, a su
hermano o compañero, quienquiera que sea. Pero el resultado es que solo se
está haciendo daño a sí mismo y a todos los que ama. Pero además está cegado. Dice Juan:
“las tinieblas le han cegado los ojos”. La palabra que se usa aquí significa
“hacer insensible”, y eso implica que, si vivimos de esta manera, a la postre
llegamos al momento en que ya no podemos responder. El odio se apodera de
nosotros, endureciendo nuestro corazón, que ya no puede reblandecerse. Es posible que los cristianos
sucumban de manera temporal a esta clase de cosas. Pueden caminar
temporalmente en tinieblas, pero ya no son hijos de las tinieblas porque la
luz del amor de Dios ha entrado en sus corazones. Si no son conscientes de la
lucha entre la expresión de odio o si no se preocupan por tener una
conciencia culpable por su odiosa actitud, deberían preguntarse si han
pasado en realidad de la muerte a la vida. Esto es algo que el Espíritu de
Dios tratará de manera inevitable en el cristiano para desbaratarlo, y en
ocasiones podrá llevarse a cabo por medio de medidas muy difíciles. Recuerdo una ocasión en la que
estaba aconsejando a una mujer acerca de un problema físico que tenía en
realidad una base espiritual en su experiencia. Descubrí que llevaba años odiando
a otra persona. El odio la había convertido en una persona amargada y rancia,
envenenando todos sus pensamientos. Yo le dije: ―Debe usted de hallar en su
corazón la manera de perdonar a esta persona, de la misma manera que Dios la
ha perdonado a usted. Me miró y me dijo: ―¡No puedo
perdonarla; jamás la perdonaré! Yo le dije: ―Pero Dios dice que
debe usted hacerlo. Si no puede hacerlo, tendrá que enfrentarse con el hecho
de que no es usted cristiana, porque no puede perdonar y por lo tanto usted
no ha nacido nunca de nuevo. Me miró y me dijo: ―Imagino que
tiene usted razón. Sé que soy cristiana, pero veo que me he estado engañando
a mí misma. Necesito perdonar. ¡Y lo hizo! Se produjo un cambio en
la vida de esta mujer que fue como si la noche se convirtiese en día. Los cristianos se pueden engañar a
sí mismos, siguiendo la actitud del mundo de que no pueden perdonar. Cuando
las personas mundanas odian, se encuentran presas bajo ese dominio del que no
pueden escapar. Pero cuando el Hijo de Dios entra en sus vidas, el poder del
maligno queda eliminado, y se liberan de ello y pueden perdonar, pero todavía
es preciso que estemos de acuerdo en hacerlo. Dios no nos va a obligar a
perdonar aparte de nuestra propia voluntad, a pesar de que tengamos la
habilidad para hacerlo. Señor, te pido que Tu amor se
manifieste en y por medio de mí, no porque me esté esforzando tanto, sino
porque te conozco y Tú me has amado y has venido a vivir Tu vida por medio de
mí. |
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Aplicación a la vida |
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Los verdaderos cristianos se
destacan por la habilidad para perdonar a cualquiera a pesar de cómo se
sientan. ¿Necesitamos que sean abiertos nuestros ojos para poder escapar
voluntariamente al dominio del rencor? |
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Versículo para hoy:
miércoles, 6 de mayo de 2020
6 de mayo - El cristianismo visible - Ray Stedman
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