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Juan concluye con esta advertencia
final: “Hijitos, guardaos de los ídolos”. No se deje usted arrastrar por
alguna otra cosa; no conceda toda su atención a sus intereses, a su tiempo, a su
energía o a su dinero de manera que esas cosas se conviertan en el motivo de
su existencia, lo que haga que usted se emocione, lo que le entusiasme. Ese
es su Dios. ¿A quién tiene usted en su vida? ¿Es Jesucristo o es alguna otra
cosa? En nuestros viajes, mi familia y yo
tuvimos el privilegio de visitar algunas regiones del mundo antiguo, donde
fuimos a ver muchos templos dedicados a los ídolos. Aunque estos templos se
hallaban en ruinas, en cada lugar un dios concreto como Apolos, Venus, Baco o
Zeus había sido entronizado y adorado en ese lugar. De repente descubrí,
después de regresar a casa, que a pesar de que estos templos han sido
abandonados, la adoración al dios no ha cesado. Hemos cambiado los nombres,
pero los dioses y los ídolos siguen siendo los mismos. Tenemos la adoración a Narciso, el
dios que se enamoró de sí mismo. ¿No es este tal vez el dios supremo de la
humanidad, la adoración a uno mismo, la exaltación de los humanos? La idea que escuchamos continuamente es que los humanos son tan fabulosos, tan listos,
tan brillantes y tan inteligentes que pueden hacer muchas cosas. Sin embargo,
negamos la evidencia continua de nuestros sentidos que demuestra que el mundo
se está desmoronando a nuestro alrededor. ¿No es sorprendente como adoramos
a la humanidad? Las manifestaciones en este sentido tienen su expresión en la
adoración de la raza o del país. Tenemos la adoración de Baco, el dios del
placer, del vino, de las mujeres y el cántico; la adoración de Venus, la
diosa del amor, entronizada en Hollywood y todo lo que representa Hollywood;
Apolo, el dios de la belleza física; Minerva, la diosa de la ciencia. Hemos
entronizado por todas partes la ciencia. Juan escribe y dice que estas cosas
nos destruirán, nos robarán lo que Dios tiene para nosotros. “Hijitos
míos, no os dejéis arrastrar por la adoración en la que el mundo a vuestro alrededor
participa. No permitáis que estas cosas se vuelvan importantes en vuestra
vida, porque Dios os ha liberado para que podáis vivir tal y como Dios quiso
que su pueblo viviese”. No es de sorprender que su palabra diga: “Hijitos,
guardaos de los ídolos”. ¿Qué hace que se sienta usted entusiasmado? ¿A qué
causa dedica su dinero? ¿Para qué está usted ahorrando ahora? ¿Qué es lo que
considera de suprema importancia? Es con esta pregunta que Juan concluye
este libro. Padre, ayúdame a identificar a los
muchos dioses de este tiempo, que dan la impresión de ser atractivos pero que
en realidad no tienen nada que ofrecer sino la muerte. Te doy gracias por la
verdad que se halla en Cristo y porque en Él tengo todo lo que jamás pudiese
necesitar o desear. |
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Aplicación a la vida |
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Muchos creen que los ídolos son
cosas religiosas del pasado, pero hoy en día, ¿qué hace que nos mostremos
entusiasmados? ¿Qué es lo que consideramos de suprema importancia? |
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Versículo para hoy:
domingo, 31 de mayo de 2020
31 de mayo - Guárdate a ti mismo - Ray Stedman
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