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Esta es la respuesta a cada torpe
excusa por nuestra parte según la cual: “Yo no puedo amar a esa persona.
Usted no tiene ni idea de cómo es esa persona. Si tuviese usted que vivir con
ella como tengo que hacerlo yo, usted tampoco podría amarla”. No, “Amados, si
Dios así nos ha amado... ”. Si ha experimentado usted esta clase de amor, si
ha acudido usted a la cruz y ha sentido la poderosa limpieza del amor de Dios
hacia usted, a pesar del antagonismo y el odio que le ha mostrado a Él y a
pesar de que a usted le complace hacer las cosas que le gustan; si ha sentido
la gracia limpiadora de Dios que ha limpiado todo eso sin ninguna
recriminación o sin recordarle a usted su pasado, olvidándolo y perdonándolo
todo, entonces, como dice Juan, usted no solo puede amar a otra persona, sino
que “debe” hacerlo; está obligado a hacerlo. De ahí es de donde procede la
palabra “deber”: “debemos amarnos los unos a los otros”. Es por esto que Pablo pudo decir en
Romanos 1: “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor” (v.
14). Debo algo a todo el mundo. Y él mismo dijo más adelante en esta misma
epístola: “No debáis nada a nadie, sino el amaros unos a otros” (13:8a). Lo
debemos porque tenemos en nuestro interior la fuente del amor en la vida de
Dios. Si no tiene usted la vida de Dios, no puede usted manifestar ese amor
de los unos a los otros de esta manera. No lo intente usted; sobre todo, no
manifieste usted un amor mezquino, vulgar, que sea una imitación ligera del
amor que trata a otros con amabilidad hacia ellos pero que les destruye a sus
espaldas, porque eso no es amor; o sencillamente tolerar a otros durante un
tiempo. Eso no es amor. A menos que tenga la vida de Dios, no podrá usted
amar. Pero si tiene usted la vida de Dios, esa es toda la cuestión, usted
puede amar y debe hacerlo. Dios en usted puede amar por medio de usted y
lo hará. Todo lo que Él está esperando es el asentimiento de su voluntad, y
Él manifestará Su amor por medio de usted. El versículo 12 nos presenta un
concepto muy importante y atrevido: reconoce que Dios es invisible y nadie ha
visto nunca a Dios. Incluso en los tiempos del Antiguo Testamento, a pesar de
que aparecían manifestaciones excepcionales de Dios en forma humana, estas no eran otra
cosa que Dios en un disfraz humano. Estas manifestaciones no fueron Dios
haciéndose permanentemente visible. ¿Dónde aparece de manera visible continuamente? Juan dice: “Si nos
amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros, y su amor es
completado”, es decir: Su amor alcanza el objetivo final “en nosotros”. Es
ahí donde las personas ven el amor de Dios, y es el único lugar donde se
puede ver. El hecho es que un Dios que habita en nosotros solo se vuelve
visible cuando nosotros manifestamos el amor los unos para con los otros.
Mientras seamos amables solo con nuestros amigos o con aquellas personas que
sean amables con nosotros, nadie tiene la menor idea de que Dios se halla
presente. Pero cuando empezamos a ser amables con aquellas personas que son
desagradables con nosotros, cuando empezamos a devolver el bien por el mal,
cuando empezamos a mostrarnos pacientes, afectuosos, considerados y dulces
con las personas que son tozudas, obstinadas y egoístas, entonces las
personas tienen la sensación de que Dios está cerca, que Él está en medio de
la situación, y entonces el que Dios mora en nosotros se hace visible ante
esas personas. Padre, permite que estas palabras
queden grabadas como con fuego en mi corazón, para que yo pueda reconocerme a
mí mismo como llamado de manera preeminente, por encima de todo lo demás,
para cumplir con esta gran labor de ser una demostración abundante de esta
clase de amor. |
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Aplicación a la vida |
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A menos que tengamos la vida de
Dios, no podemos amarnos los unos a los otros. ¿Hemos comprendido nosotros y
puesto en práctica el poder de Su Presencia para no encontrarnos con que esto
es una verdad sorprendente? |
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Versículo para hoy:
martes, 26 de mayo de 2020
26 de mayo - La deuda del amor - Ray Stedman
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