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¿Está su corazón lleno de odio
hacia otra persona hoy o le ha sucedido durante esta semana? Usted no puede
soportarle. ¡De hecho, si las circunstancias fuesen idóneas y pudiese evitar
el castigo, le asesinaría usted si pudiese! Este versículo revela las
implicaciones del odio. Todo lo que le impide a usted cometer el asesinato es
el temor a las represalias por parte de Dios o de los humanos. Si pudiese
usted salirse con la suya de alguna manera, el odio se manifestaría siempre y
de manera invariable por medio del asesinato, como sucedió en esa primera
escena entre Caín y Abel. Dondequiera que haya odio, el asesinato es siempre
una posibilidad y, a los ojos de Dios, es como si nosotros ya lo hubiésemos cometido.
Dios lee el corazón, de modo que no necesita esperar las acciones. Esto es lo
que el Señor Jesús mismo enseñó en Mateo 5:21-22 en el Sermón del Monte. ¿Qué es lo que revela cuando el
cristiano odia? Seamos sinceros y admitamos que esto es algo que por
desgracia sucede con demasiada frecuencia. Los cristianos se odian los unos a
los otros y muestran ese odio hacia otras personas aparte de Cristo. Pero
Juan nos dice: “sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en
él”, queriendo decir que la vida eterna que ha dado Cristo ya no controla a
esa persona, ya no “permanece” en ella. La relación de permanecer ha sido
añadida a la vida de Dios que está en nosotros. El odiar no significa que las
personas dejen de ser cristianas, pero sí que dejan de actuar como
cristianas. No están viviendo ya como las personas cristianas en las que se
habían convertido. La vida eterna ya no permanece en ellas, y estas personas
se encuentran bajo el control del demonio. No es que el amor no esté
disponible a estas personas, sino que no permanece en ellas. Si odiamos a
alguien, nos hemos convertido en esclavos temporales de Satanás. Somos el
hijo o la hija de Dios haciendo la obra del demonio, de manera que
necesitamos enfrentarnos con esa situación a ese nivel. ¿Cómo podemos controlar el odio?
Para el mundo en general, no puede haber respuesta aparte de la obra
regeneradora del Señor Jesucristo y la cruz del Calvario. Es preciso el poder
de Dios para quebrantar el poder del odio. ¿Pero qué sucede en el caso de los
cristianos? ¿Recurre usted a la insensatez de intentar suprimirlo? ¿Se muerde
usted el labio y no dice nada, marchándose con el corazón ardiente, dominado
por la ira, sintiéndose desgraciado y desventurado? Usted se encuentra aún
bajo el control del maligno y, antes o después, él le llevará a usted más
lejos de donde quiere ir. El único control es lo que leemos aquí en la
epístola de Juan. Llámelo usted como lo que es: odio, que tiene su origen en
el demonio. A continuación confiéselo usted, esté de acuerdo con Dios al
respecto y dígaselo. Entonces recibirá usted como respuesta el poder del amor
del Hijo de Dios que mora en su corazón. La fuente del Espíritu Santo está
siempre dispuesta a derramar palabras de amor, de aprecio, de
aprobación y aceptación en lugar de odio. Hasta que no vivamos bajo estos
términos, no habremos empezado a demostrar la vida que está en Jesucristo. Es
por eso que se hace la exhortación: “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de
lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3:18). Señor, permite que sea atraído a Ti
para que pueda entender de nuevo el poder del amor sobre el odio y la
necesidad de ser abierto y honesto conmigo mismo en estos sentidos. Ayúdame a
no excusar estas actitudes, sino a recordar que cada manifestación de odio es
un ataque en Tu contra y en contra de Tu norma para mi vida. |
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Aplicación a la vida |
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En el tiempo que pasemos aquí en la
tierra todo el mundo se sentirá en alguna ocasión dominado por el odio hacia
otra persona, y el suprimirlo sencillamente hace que aumente el odio. ¿De qué
manera devolvemos el control a Aquel que es Amor? |
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Versículo para hoy:
miércoles, 20 de mayo de 2020
20 de mayo - El asesino interior - Ray Stedman
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