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¿Se ha enterado usted ya de que
ninguna mentira procede de la verdad, que no hay armonía posible entre la
mentira y la verdad? En otras palabras, que no existen áreas dudosas en la
vida, que una cosa es o bien negra (una mentira) o es blanca (una verdad) y
que no hay aspectos que resulten dudosos, a pesar de que pueda haber una
mezcla entre el negro y el blanco. Todo cristiano posee la habilidad para
hacer uso de un juicio moral a fin de distinguir lo que está bien de lo que
está mal. Es asombroso la cantidad de cristianos que todavía no han aprendido
esto y que continúan haciéndose eco de la mentira del mundo, en el sentido de
que se puede combinar la verdad y el error. Juan deja esto perfectamente
claro. “Os he escrito”, dice, “porque habéis averiguado esto, si conocéis a
Jesucristo. Es posible que no hayáis pensado a fondo en las implicaciones,
pero debéis saber que no hay posibilidad alguna de combinar una mentira
con la verdad”. Una de las cosas gloriosas acerca
del propósito de Dios, que es restaurar la vida de Dios al espíritu del
hombre, es que vuelve a restaurar de nuevo las normas de los valores
absolutos y hace posibles los juicios morales. Hace que pasemos del control
por medio de una conciencia de conveniencia al control de una conciencia de convicción.
En estos días estamos oyendo hablar mucho acerca de “la ética situacional”,
el relativismo en el ámbito de los juicios morales. ¿Cuáles son estos? Si
usted hace trampa en un examen porque no le gusta a usted el maestro, eso
está mal. Pero si lo hace usted porque está desesperado por sacar buenas
notas y no hay ninguna otra manera de conseguirlo, usted no se ha ocupado del
estudio hasta la hora del examen y no hay ninguna otra manera que no sea
haciendo trampas, entonces eso está bien. Pero Juan dice: “¡Ya no más! Ahora
conocéis al que es verdad y no podéis salir adelante así como así. Antes o
después le tendrá usted que explicar sus acciones a Él, y todas esas
maravillosas excusas que fueron admitidas tan fácilmente por parte de su
cónyuge o sus amigos no suenan nada convincentes cuando se las repetimos a
Él, porque Él no se siente ni mucho menos impresionado por ellas. Él no dice
nada; sencillamente se cruza de brazos y se le queda mirando a usted.
Entonces usted empieza a tartamudear y no tarda en quedar callado porque,
como dice Juan: “ninguna mentira procede de la verdad”. Preste usted atención a estas
cosas. Comience usted a examinar las filosofías que le rodean, las
sugerencias y las explicaciones acerca de la vida que le presentan. Mídalas
conforme a la verdad. ¿Ha conocido usted la verdad relacionada con Jesús?
¿Está dispuesto a escuchar la Palabra de Dios, a fin de que pueda entender
el mundo en el que vive y a la persona que vive en él, es decir: usted? ¿Está
dispuesto a entender cómo le hizo Dios a usted, cómo pretende que actúe, cómo
desea que reaccione frente a las situaciones? ¿Está dispuesto a permitirle a
Él que le enseñe a no depender más del falso sentido de la habilidad de la
que ha hecho usted uso para vivir su vida, sino a renunciar a ella y en lugar
de ello depender de Su vida en su interior? Es por eso que Juan escribe. Él
escribe acerca de estas cosas, dice, porque sabe que la habilitación
necesaria se halla en ellas. ¡Haga usted uso de ellas! Padre, ayúdame a entender la verdad
tal y como se encuentra en Cristo. Ayúdame a volverle la espalda a cada una
de las voces que nos atraen, apartándonos de Él, y a traer todas las cosas
que descubro, todas las experiencias, todos los razonamientos a Él. |
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Aplicación a la vida |
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Las excusas que podamos poner
sencillamente se hacen eco de las mentiras del mundo. ¿Hemos encontrado
nosotros la verdad absoluta como se halla en Cristo, o revelan nuestras
excusas las dudas que todavía tenemos? |
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Versículo para hoy:
domingo, 10 de mayo de 2020
10 de mayo - Sin áreas dudosas - Ray Stedman
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